“El de labios mentirosos disimula su odio, y el que propaga calumnias es un necio. El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua. Plata refinada es la lengua del justo; el corazón del malvado no vale nada. Los labios del justo orientan a muchos; los necios mueren por falta de juicio.” Proverbios 10:18-21
Nuestra boca tiene el potencial para hacer nuestra vida miserable y afectar nuestro destino. Un necio charlador, dice el verso días de este Proverbio va camino al desastre.
Lo más que hablamos, más probablemente vamos a extraviarnos en áreas de chisme y difamación (v.19). La difamación es la extensión de información falsa y perjudicial de otra persona como si fuera verdad. Sólo un necio hace esto, porque tarde o temprano la verdad gana y el calumniador será desacreditado y castigado (v.18). El chisme, que es el compartiendo de rumores o información de una naturaleza íntima, personal o sensacional, por último destruye amistades y crea fricción (Proverbios 16:28).
La persona sabia, sin embargo, habla sobriamente. La lengua usada correctamente puede nutrir o alimentar a otros. Un elogio o una palabra de estímulo pueden iluminar la perspectiva de alguien o motivar a una persona para perseguir un sueño. Compartiendo la Palabra de Dios es otro uso que da vida. Nuestra lengua no afecta sólo nuestro destino; puede también cambiar el destino de aquellos que bendecimos o maldecimos.
Es una persona sabia quien refrena su impulso de soltar todo lo que trié en su mente. Aun los necios se consideran sabios cuando guardan su boca cerrada (Proverbios 17:28).
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