Dr MARTIN VASQUEZ

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Mesa, Arizona, United States
EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Wednesday, December 7, 2011

NUESTRO COMPROMISO A LA FAMILIA

Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”(Josué 24:15)

Conociendo la necesidad del hombre de compañerismo, Dios creo la primera mujer, Eva, y la puso al lado de Adán. Dios abrió el costado de Adán y de su costilla la creó. Adán proclamo, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gén. 2:24). La primera familia se forma. Antes que se hizo el tabernáculo, antes que se estableció la iglesia, Dios instituyo la familia. El esposo y padre, esposa y madre, y los hijos, estos son los hilos que comprenden una familia. Tal como cada miembro de la familia se mezcla en la armonía de la unidad entera, un cuadro asombroso de la gracia, amor, y misericordia de Dios surge. En cuanto cada miembro contribuye su parte y cumple su papel, un milagro de fortaleza se forja.

El matrimonio es mucho más que dos individuos repitiendo votos en frente de un ministro. Es un escenario sobre que algo creativo sucede, algo que solo Dios puede desempeñar. Cuando Eva fue traída por primera ves a Adán, él dijo, “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada...y serán una sola carne” (Gén. 2:23-24). Estos dos individuos diversos fueron soldados juntos en un ser santo en la vista de Dios.

Una casa puede contener ladrillo, mortero, y madera, pero los elementos que constituyen un hogar son el amor, paz, comprensión, seguridad, unidad, y confianza. El esposo de la mujer virtuosa mencionado en Proverbios 31:11 confía en ella. La confianza es necesaria para que una casa llegue a ser un hogar.

Verdaderamente los hijos son el más grande de los valores terrenales. Ellos son una extensión del hogar, la influencia de familia, y la relación familiar con Dios. El salmista declaro que los hijos traen felicidad. Ligado al corazón de nuestros hijos están las cosas en la vida que realmente son importantes: felicidad, seguridad, influencia, auto-estima, y fortaleza. Tal bendición son los hijos al hogar que Jesús usó el carácter de niños para ilustrar como los adultos deberían conducirse en el reino de Dios (Mateo 18:3-6).

En estos últimos días nos encaramos con una sociedad inestable que severamente ha puesto mucha presión en los hogares. Esta inestabilidad es muy obvia en hogares donde el Señor es ausente y, consiguientemente, no hay principios espirituales unificadores sobre que la familia se construye. Desafortunadamente no es solamente en los hogares en que Dios no es incluido que sufre de estas problemas comunes. Muchas de las mismas presiones han venido afectar el hogar Cristiano también. Muchas madres Cristianas también han tenido que trabajar, por elección o por la necesidad, y el hogar frecuentemente sufre la tensión que resulta de esta decisión. Qué gozo es para los niños a regresar a su casa de la escuela y ser recibidos por una madre amante quien ha estada ocupada trabajando y orando para que un hogar limpio, cómodo y piadoso los espera. Allí ellos encontrarán paz, armonía, seguridad, y amor. Por más ocupados que estén, cada familia debería proveer tiempo durante cada día para estar juntos. La armonía y raíces familiares no son establecidas y mantenidas por notas dejadas sobre la puerta del refrigerador o la mesa.

VALORES  FAMILIARES

La mayor parte de nuestra vida se pasa bajo la influencia del hogar. La escuela, la iglesia, y el trabajo afectan a los hijos en una gran manera, pero todo ellos combinados no deberían ser capaces de  superar  la influencia del hogar. Los valores de un niño se fijan en el hogar. Las cosas que él ama y odia, las cosas que él disfruta y detesta, las cosas a las cuales él se rinde o resiste todo esto es establecido en el hogar.

Uno de los grandes instintos del hombre es el deseo de pertenecer. La unidad que un hogar cristiano cría cumple este deseo. En el Salmo 68:6 el salmista escribió, “Dios hace habitar en familia a los desamparados.” Dios reconoce la necesidad humana innata que una persona pertenezca a algo más grande que sí mismo. En esos tiempos que la familia esta junta, deberían incluir siempre tiempo para la oración. Se ha dicho que, “La familia que ora juntos permanecen unidos.” ¡Que verdad, y cuan necesitado esta en nuestras familias cristianas y el mundo de hoy! El hogar es como un observatorio donde cada uno aprendemos del otro, no solo por lo qué oíamos pero también por lo que vemos. El hogar nos brinde la más grande oportunidad de influir espiritualmente a nuestros hijos para el bien. El hogar es la escuela más grande de Dios. Cada miembro de la familia es a veces el estudiante y a veces el profesor.

El fundamento de un buen hogar debe incluir amor. Pedro amonestó a los primeros Cristianos que tuvieran ferviente amor entre ellos (I Pedro 4:8). En ninguna otra parte debe este ferviente e inagotable amor ser más evidente que en nuestros hogares. La Palabra de Dios esta llenas de instrucciones con respecto a nuestra relación con otros miembros del cuerpo de Cristo. Frecuentemente nos olvidamos que estos mismos principios se aplican a nuestra familia terrenal también. Se nos enseña a:

1. Dar hospitalidad uno a otro sin murmurar (I Pedro 4:9).

2. Amaos los unos a los otros con amor fraternal (Romanos 12:10).

3. Honorablemente preferir los unos a los otros (Romanos 12:10).

4. Ser benignos unos con otros (Efesios 4:32).

METAS  FAMILIARES

Josué levanto una meta y norma fuerte para su familia cuando él proclamó, “Pero yo y mi casa serviremos a Jehová.” Es importante que una familia tenga dirección definitiva. Hay muchas preguntas que deben contestarse. Una vez que los miembros de la familia han determinado sus necesidades, pueden ahora considerar para donde quieren ir de aquí. Y una vez que ellos han decidido sus metas, ¿como podrán llegar a estas metas? Algunas metas son necesariamente metas de largo plazo. Por lo tanto, es importante fijar una serie de metas a corto plazas que conducirán a las metas finales.

Planificación para jubilarse, un vacación, o comprar un caro nuevo es excitante para cualquier familia. Sin embargo, la relación de la familia  con Dios debería ser la más grande prioridad. El corazón del hogar debe palpitar en armonía con el corazón de Dios. Esto solo se logra cuando los deseos de Dios llegan a ser nuestros y que los perseguimos con toda diligencia. Oportunidades abundan para un hombre y mujer quien se une en matrimonio. Ellos tienen la oportunidad de forjar un hogar fuerte que se funda sobre valores eternos. Ellos tienen la oportunidad de criar hijos que reflejarán su consagración y trae bendición a la causa de Dios.

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