Dr MARTIN VASQUEZ

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Mesa, Arizona, United States
EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Monday, July 28, 2014

COMO SE PUEDE SABER SI ES LA VOZ DE DIOS


“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen…” (Juan 10:27)

“Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo á los padres por los profetas,  En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…” (Hebreos 1:1-2)

Satanás en muchas veces intenta de confundirnos después de que hemos orado. ¿Cuándo Ud. escucha para oiré la voz de Dios, le hace parecer que Ud. oye dos voces? ¿Cómo puede saber Ud. si es Dios o Satanás? Sabemos por la experiencia de la tentación de Jesús que Satanás tratará muchos trucos para convencernos a escuchar su voz en lugar de la de Dios (Mat. 4:1-11). El apóstol Pedro nos advirtió que el diablo espera siempre, buscando el momento oportuno para instilar miedo y confusión (I Pd. 5:8). Debemos estar prevenidos siempre para estar seguros que la voz que oímos cuando oramos y escuchamos por la respuesta de Dios es, en verdad la voz de Dios.

Jesús les dijo a Sus discípulos que Él tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de las autoridades allí. Eventualmente, lo iban a matar, pero que al tercer día el iba a resucitar (Mat. 16:21). Pedro le dijo a Jesús, “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (16:22). Por tan bien intencionado como Pedro hubiera pensado que él era, sus palabras no eran de Dios, eran palabras que estaban de acuerdo con el mensaje de Satanás. Jesús reprendió Pedro, diciendo, “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (16:23).

Se le comparo a Satanás a Pedro. Necesitamos reconocer que a veces la voz de Satanás viene a nosotros no en nuestros pensamientos e imaginaciones, pero por las palabras de otras personas, algunos de quien parecería estar bien intencionado o nos dicen que nos aman. La Biblia nos asegura que hay una manera de distinguir la voz de Dios de la de Satanás. Oiremos algunas diferencias distintas en los mensajes.

SATANAS DICE…                                           

1. Haga lo que Ud. quiere hacer.                         

2. Viva por el momento.                                

3. No te preocupes de lo que otros dicen.           

4. Ud. ya está muy maduro.                           

DIOS DICE…

1. Considere los efectos de su conducta en otros.

2. Viva con un ojo a la eternidad.

3. Reciba consejo piadoso.

4. Continué creciendo y madurando para ser como Cristo.

Cuando seguimos la voz y mensaje de Satanás en lugar de la de Dios, el resultado siempre lleva a pérdida, destrucción y muerte. El camino de Dios siempre conduce a la vida abundante y vida eterna (Jn. 10:10).Parte de la diferencia está en la manera que nos sentimos de nuestras vidas y acciones. El resultado de seguir la voz de Satanás es la frustración, desmayo y preocupación. El resultado de seguir la voz de Dios es una gran paz en nuestro espíritu.

Dios ve a todas personas y el impacto completo de lo que decimos y hacemos en otros, ambos esos que conocemos y están cercas de nosotros y esos que no conocemos. El nunca nos piedra que exhibamos conducta ofensiva o mala; El nunca nos llevará hacer cualquier cosa que puede herir a otra persona; emocionalmente, espiritualmente o materialmente. Satanás, en cambio, nos dice lo que queremos oír. El nos dice que no nos debemos preocuparnos de los efectos de nuestras vidas en otros. En nos dice que cada persona es una isla hacia el mismo y que deberíamos hacer lo que nos gusta.

Si Abraham hubiera pesado las ramificaciones posibles de su trato con Agar, el hubiera resistido la súplicas de Sara de tener un niño con su criada (Gen. 16-17; 21). Si David hubiera pensado de la severidad de la disciplina de Dios sobre su numeración de Israel, él hubiera escuchado el consejo de Joab (I Cro. 21). Si Ud. siente que Dios lo está conduciendo en una dirección particular, pregúntese, “¿Cómo afectaría esto a las personas alrededor de mi? ¿Se herirá alguien por lo qué voy a decir o hacer? ¿Serán bendecidos otros? ¿Será esta bendición solamente para mí? ¿Quien puede beneficiar por lo que estoy para hacer? Estas preguntas pueden ayudarle desyerbar la influencia de Satanás y para que  pueda oír la voz de Dios (Rom. 14:21; I Tes. 5:15; I Tim. 6:18-19).

Muchas Escrituras mencionan el “cumplimiento del tiempo.” Dios no va de prisa. Él trata en consecuencias eternas y Él continuamente busca el cumplimiento total de Su plan y propósito. Satanás siempre nos anima actuar inmediatamente porque él sabe que si nos detenemos un poco y pensamos el asunto vamos a cambiar de opinión. Si siente un impulso irresistible a actuar espontáneamente e inmediatamente, es probablemente mejor esperar y orar sobre el asunto. Dios tiene interés en tener todo los detalles en sus lugares apropiados.

El Rey Saúl perdió su trono porque actuó apresuradamente. Fue instruido por el profeta Samuel que esperara en Gilgal por siete días. Cuando Samuel no llegó en el séptimo día, Saúl decidió hacer algo. Preparo la ofrenda para presentarla a Dios. En cuanto Saúl había presentado la ofrenda, llegó Samuel. Saúl dio sus excusas, pero su prisa lo descalifico de un reinado largo y pacífico. Adelantarse a Dios es un equivocación terrible y las consecuencias siempre son desagradables (I Sam. 10:8; 13:8-14). Nehemías, pacientemente espero en Dios. El buscó al Señor, en ayuno y oración, por cuatro meses hasta que el rey le preguntó porqué estaba triste. Él le explicó su preocupación sobre la devastación de Jerusalén y, dentro de unos cuantos días, el rey lo envió a Jerusalén con autoridad y todo lo que se necesitaba para reconstruir la ciudad (Nem. 1-2:9). No es fácil esperar pacientemente ante Dios para estar seguro que tienes voluntad. ¡Pero cuanto más satisfactorio son los resultados cuando Ud. sabe que ha oído la voz de Dios (Sal. 62:5; Stg. 5:7-8; Lc. 14:28-30).

Los jóvenes rebeldes a menudo le dicen a sus mayores, “¡No mi diga que haga! ¡Yo soy un adulto también!” Ésa es la actitud de muchas personas hacia la voz de Dios. Es una actitud de orgullo, basado en una suposición que sabemos mucho sobre cualquier situación como Dios. Finalmente, Dios nos habla en términos de nuestra entrega a Sus deseos. Sus mensajes a nosotros no son sobre lo que queremos, que normalmente es limitado, egocéntrico, de miras estrechas y corto de vista. Más bien, Sus mensajes son sobre lo que Él quiere para nosotros, que siempre es eterno y amoroso y nos llaman a una manera más alta y mejor. Los mensajes de Dios tratan con nuestra entrega a Él, en tomar nuestra cruz y siguiere le, de entregar nuestras vidas para otros, de llevar la carga del uno del otro, de alentarnos el uno al otro y edificarnos el uno al otro, de nuestro comportamiento de modo que cause que otros caminen en rectitud ante Dios.

Satanás viene a nosotros y nos dice que somos sabios en nuestro propio entendimiento para hacer decisiones. Esto ha sido la tentación para el hombre desde el Jardín de Edén, simplemente come de la fruta y serás sabios como dioses. En nuestro día, la mentira puede ser, “Solo sigue su sentido común.” Esto puede ser bueno hacer, pero erramos si ponemos nuestra confianza solamente en nuestros propios esfuerzos y dejamos la sabiduría de Dios. El resultado sería tan desastroso para nosotros como fue para Adán y Eva. Nos encontramos en problemas siempre cuando presumimos que podemos hacer decisiones totalmente de nosotros mismos (I Pd. 2:2-3; Ef. 4:14-15. II Pd. 3:17-18).

El resultado claro de oír la voz de Satanás es una preocupación, sentimientos penosos de frustración en su espíritu. Si Ud. cree que ha oído la voz de Dios, y todavía continua experimentando un sentimiento de inquietud e interrogación mientras Ud. intenta de obedecer la voz que ha oído, detente y tome nota. ¡No ha oído la voz de Dios! La voz de Dios trae una calma profunda en nuestro espíritu. Aunque seamos desafiados por lo que Dios nos dice que hagamos, no tendremos un sentido de conflicto interno, preocupación, o un corazón inquieto. La paz que Dios nos da es la que el apóstol Pablo describe como paz “Que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). Esta es la paz que viene con un corazón seguro. No se agita esta paz interna, es indiferente a cualquiera circunstancia. Cuando este tipo de paz viene a nosotros, sabemos que hemos escuchado la voz de Dios y nos sentimos seguros (Col. 3:15).

Algunas personas tienen conciencias muertas y no les molesta nada cuando han hecho una decisión mala. No sentiré nada es un estado muy peligroso de encontrarse. Después de que ha intentado de oír la voz de Dios y ha llegado a una decisión sobre algo en su vida, se va sentir de una manera u otra de su decisión. Tendrá un sentido permanente de calma, propósito, y paz o se sentirá intranquilo, descontento, frustrado, angustiado o incomodo. Preste atención a estos sentimientos que vienen de su más íntimo. Es una señal confirmatoria a Ud. que ha o no ha oído la voz de Dios.

El libro de Proverbios tiene mucho que decir sobre el valor del consejo sabio (13:10, 20:5). Debemos buscar consejo piadoso y escuchar las personas que en verdad aman a Dios y están firmemente fundados en la Palabra de Dios. Cuando busca consejo, busca alguien que también puede ayudarle espiritualmente y que no tiene motivos ocultos (Isa. 45:20-21, I Pd. 5:5-6; Ef. 5:17-21).


HOW TO KNOW IF IT IS GOD’S VOICE




 

“My sheep hear my voice, and I know them, and they follow me…” (John 10:27)

“In the past God spoke to our ancestors many times and in many ways through the prophets, but in these last days he has spoken to us through his Son…” (Hebrews 1:1-2)

The Devil many times attempts to confuse us after we pray. When you listen for God to speak, does it seem that you hear two voices? How can you know if it is God or Satan? We know from Jesus’ temptation experience that Satan will try many tricks to convince us to listen to him instead of to God (Matt. 4:1-11). The apostle Peter warned us that the devil is always waiting, seeking to instill fear and confusion (I Pet. 5:8). We must be on the alert continually to make certain that the voice we hear as we pray and listen for God’s answer is, indeed, God’s voice.

Jesus told His disciples that He must go to Jerusalem and suffer many things from the authorities there. Eventually, He would be killed, but He would rise the third day (Matt. 16:21). Peter told Jesus, “Far be it from you, Lord; this shall not happen to you!” (16:22). As well intentioned as Peter may have thought he was, his words were not God’s words, they were words that lined up with Satan’s message. Jesus rebuked Peter, saying, “Get behind Me, Satan! You are an offense to Me, for you are not mindful of the things of God, but the things of men” (16:23).

Peter was compared to Satan himself. We need to recognize that sometimes Satan’s voice comes to us not in our thoughts and imaginations, but through the words of other people, some of whom may seem to be well intentioned or say they love us. The Bible assures us that there is a way to tell God’s voice from that of Satan’s. We will hear some distinct differences in the messages.

SATAN SAYS…                                                           

1. Do your own thing; do what you want to do.        

2. Live for the moment.                                                 

3. Don’t concern yourself with what others say.      

4. You’re as mature as you ever need to be.              

GOD SAYS…

1. Consider the effects of your behavior on others.

2. Live with an eye to eternity.

3. Receive godly advice.

4. Continue to grow and mature to become more like Jesus.

When we follow Satan’s voice and message rather than God’s, the outcome always leads to loss, destruction and death. God’s way always leads to abundant life and eternal life (Jn. 10:10). Part of the difference is in the way we feel about our lives and actions. The result of following Satan’s voice is frustration, disappointment and worry. The result of following God’s message is a great inner peace.
God sees all people and the full impact of what we say and do on others, both those we know and who are close to us and those we don’t know. He will never ask us to exhibit unkind or offensive behavior; He will never lead us to do anything that might hurt another person; emotionally, spiritually or materially. Satan, on the other hand, tells us what we want to hear. He tells us that we shouldn't worry about the effects of our lives on others. He tells us that every person is an island unto himself and that we should do whatever we please.

Had Abraham weighed the possible consequence of his dealings with Hagar, he would have resisted Sarah’s pleas to have a child with her maid (Gen. 16-17; 21). Had David thought of the severity of God’s discipline over the numbering of his subjects in Israel and Judah, he probably would have listened to Joab’s advice (I Chro. 21).

If you feel God is leading you in a particular direction, ask yourself: “How will this affect people around me? Will anybody be hurt by what I am about to do or say? Will others be blessed? Is this blessing just for me? Who may benefit from what I am about to undertake?” These questions can help you weed out Satan’s influence and hear God’s message (Rom. 14:21, I Thes. 5:15, I Tim. 6:18-19).

Many Scriptures mention the “fullness of time.” God isn't in a hurry. He deals in eternal consequences and He continually seeks the fulfillment of the full extent of His plan and purpose. Satan always encourages us to act immediately because he knows if we back off and think long enough about most things, we’ll reconsider. If we feel an overwhelming urge to act spontaneously and immediately, we’re probably better off to wait and pray about it. God is interested in having all the details in their proper places.

King Saul lost his throne because he acted hastily. He was instructed by the prophet Samuel to wait at Gilgal for seven days. When Samuel hadn’t arrived on the seventh day, Saul decided to take matters into his own hands. He prepared burnt offerings to call upon God. As soon as Saul had made the offerings, Samuel arrived. Saul gave excuses, but his haste disqualified him from a long and peaceful reign. Getting ahead of God is a terrible mistake and the consequences are always distasteful (I Sam. 10:8; 13:8-14).

Nehemiah patiently waited for God’s timing. He sought the Lord, with fasting and prayer, for four months until the king asked him why his appearance was downcast. He explained his concern over the devastation of Jerusalem and within days, the king sent him to Jerusalem with full authority and all necessary supplies to rebuild the city (Neh. 1-2:9). It isn’t easy to wait patiently before God until you are sure that you His message. But how much more satisfying the results are when you know that you have heard God’s message!(Ps. 62:5, Jas. 5:7-8, Lk. 14:28-30).

Rebellious teens often say to their elders, “Don’t tell me what to do! I’m a grown-up, too!” That is the attitude of many people toward the voice of God. It is an attitude of pride, based on an assumption that we know as much about any given situation as God knows. Ultimately, God speaks to us in terms of our surrender to His desires. His messages to us aren't about what we want, which is usually limited, self-centered, narrow-minded and shortsighted. Rather, His messages are about what He wants for us, which is always eternal and loving and calls us to a higher and better way. God’s messages are about our yielding to Him, our taking up the cross and following Him, our giving up our lives for others, our bearing one another’s burdens, our encouraging one another and building up one another, our behaving in a way that causes others to walk in righteousness before the Lord.

Satan comes to us and tells us that we are wise enough in our own understanding to make decisions. This has been the temptation to man since the Garden of Eden, just eat of the fruit and you will be wise as gods. In our day, the lie may be, “Just follow your common sense.” This may be good to do, but we err if we put our trust solely in our own efforts and fail to get the wisdom of God. The result is just as disastrous for us as it was for Adam and Eve. We find ourselves in trouble anytime we assume that we can make decisions totally on our own. (I Pet. 2:2-3, Eph. 4:14-15, II Pet. 3:17-18).

The clear result of hearing the voice of Satan is a worry, troublesome feeling of frustration in your spirit. If you believe you have heard from God, and yet you continue to experience a feeling of uneasiness and questioning as you attempt to obey the voice you have heard, stop and take note. You have not heard from God! God’s voice brings about a deep calmness in our spirit. Although we may be challenged by what God says for us to do, we will not have a sense of inner conflict, worry, or a troubled heart. The peace that God gives us is what the apostle Paul described as peace “Which surpasses all understanding” (Phil. 4:7). This is peace that comes with a settled heart. This inner peace is not shaken, regardless of circumstances. When that sort of peace comes to us, we know we've heard from God and we feel confident it is His voice: “Let the peace of God rule in your hearts” (Col. 3:15).

Some people have calloused consciences and don’t seem to feel anything in the wake of a bad decision. Not feeling anything is a bad state to be in! After you have attempted to hear from God and have reached a decision about something in your life, you will feel one way or the other about it. Either you will have an abiding sense of calm, purpose, and peace or you will feel uneasy, dissatisfied, out of sorts, frustrated, worried, or uncomfortable. Pay attention to this feeling that flows from your innermost being. It is a confirming sign to you that you have or have not heard from God. Over time, you will grow in your ability to discern whether the voice you are hearing is that of God. As you develop an ear to hear what God is saying to you, you will come to know His voice unmistakably and immediately.

The book of Proverbs has a lot to say about the value of wise counsel (13:10, 20:5). We are to seek godly counsel and to hear from people who truly love the Lord and who are firmly grounded in His Word. When you seek counsel, look for someone who can also help you spiritually and has no hidden motives (Isa. 45:20-21, I Pet. 5:5-6, Eph. 5:17-21).


Monday, July 21, 2014

LA PUREZA MORAL


Mateo 5:27-28: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”

Juan 8:3-11: “Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”

¿Cómo decidimos que es bueno o que es malo cuando se trata del sexo? ¿Es la conciencia de confianza cuando se trata de relaciones humanas involucrando el sexo? ¿Debe ser la opinión pública la norma final de juicio? La Palabra de Dios nos da guiaza en contestar tales preguntas.

Así como el sexto mandamiento prohíbe destruir la vida de alguien, el séptimo prohíbe destruir el matrimonio de alguien. El mandamiento sobre el adulterio comparte con el  mandamiento de matar la importancia del valor de otro individuo.

La oposición al adulterio esta firmemente arraigado en la Palabra de Dios. En el Antiguo Testamento los adúlteros se agrupan junto con los asesinos, hombres traicioneros, y esos que oprimen otros. No es sorprendente que la pena para el adulterio era la muerte.

Dos ideas son especialmente notable en los dichos de Jesús: Jesús no prohibió mirar a una mujer, como lo hacían unos maestros en Su día. Ni condeno la atracción natural de un hombre y mujer del uno al otro. Lo que el condenaba era dejar que esa atracción lo llevara a fantasías que amenazaba el matrimonio de otro. Jesús rompió con la tendencia popular de culpar a las mujeres por el problema de seducción. Él hizo un llamado a los hombres que aceptarán responsabilidad por sus deseos sexuales.

Leyes morales operan en el universo así como leyes de naturaleza. Los diez Mandamientos son leyes morales. Ellos nos dan a conocer como la vida esta unida. Cuando obedecemos estas leyes, la vida es rica y plena. Cuando las desobedecemos, la vida se vuelve destructiva y se desintegra. Son las leyes de Dios. Como las leyes de la naturaleza, las leyes morales se mantienen firmes. Dios las impone continuamente.

¿Cómo sabemos que los Diez Mandamientos son las leyes de Dios? Sabemos porque sin ellos la vida personal se degeneraría. La idolatría, el asesinato, mintiendo, hurtar, adulterio, y tantas otras cosas son contrario a la manera que la vida esta hecha. Fuimos hechos para el amor, la verdad, la honestidad y la pureza.

Cuando Jesús hablo de esos quien transgresaron el mandamiento, prohibiendo el adulterio, no se detuvo con el solo hecho. En cambio, Él se dirigió a la persona interna donde el deseo de cometer el hecho nació. Él dijo, “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”

Los Rabinos en el tiempo de Jesús le daban a hombre crédito por sus intenciones buenas y pasaban por alto sus malas intenciones mientras que el no sedilla a ellos. Jesús no iba ser tan indulgente con esos quien deseaba hacer lo malo pero se detenían porque no había la oportunidad o por consecuencias legales o por temor a Dios. Si verdaderamente deseaban en sus corazones cometer adulterio, era como si ellos realmente lo habían hecho.

Yo no pienso que Jesús estaba diciendo que los pensamientos nacidos de nuestro deseo instintivo normal del sexo son pecado. Solo si uno, aparte del matrimonio, acepta, acaricia, y medita en ellos llegan a ser malos. Alguien ha dicho que el pensamiento es padre del hecho. Jesús dijo que el pensamiento intencional es en si mismo el hecho. Esta creencia es cierto no solamente con respecto al sexo, pero en todas las áreas de relaciones personales donde se entretienen deseos malos o deliberadamente invitados.

El relato en el evangelio de Juan de la mujer tomada en adulterio ilustra como se puede violar la personalidad humana. Los hombres quienes estaban teniendo relaciones con ella estaban usando su cuerpo solo para su propio placer. Como ella se sentía por adentro, lo que ellos estaban haciendo con ella como una persona, sus perspectivas del futuro como una esposa y madre,  todo esto no estaba en el pensamiento de estos hombres.

Hoy en día escuchamos con mucha frecuencia la frase “dos adultos consintiendo”. Esta frase aun ha llegado a ser una parte de alguna legislación donde el sexo es involucrado. El hecho de que hay un compañero que consiente significaría solo que la violación no ocurrió. El hecho de compañeros que consienten puede justificara el hecho en los ojos de la ley pero no en la ley más alta del amor dado en Cristo. El efecto en la persona de esos involucrado en estos hechos todavía necesita ser considerado.

Las personas que solo “viven junto” que no están casados están invitando la angustia cuando la relación se deshace, estigma social, sufrimiento para los hijos que nacen de esta unión y posibles enredos legales. Y entonces, a pesar de cualquier denegación, hay lo de siempre, el aguijón de la conciencia mientras ideales que una vez se sostenían son reprimidos mientras intentan de racionalizarlos.

Recientemente salio en los periódicos la historia de una bella jovencita que se suicidio porque ya no podía soportar mas la inseguridad de su situación. Ella había sido abusada sexualmente desde niña y había experimentado una serie de matrimonios, ninguno de ello duro  mucho tiempo. Personas la  habían usado para alimentar sus propios deseos lujuriosos y propósitos. Ya no podía tolerar su situación.

Aun en el matrimonio, se puede violar personalidad. A algunos matrimonios se les ha referido como adulterio legalizado. Ya no hay ningún interés para la otra persona. Para ellos, el alivio físico en lugar del amor es todo que la relación matrimonial envuelve.

Este estudio no es una lección de anti-sexo, pero mas bien una lección sobre anti-lascivia. En el principio Dios creo a los seres humanos como hombre y mujer. Su propósito era que ellos se casaran y se multiplicaren. Dentro de los lazos del matrimonio, el sexo es ambos bello y sagrado.

Se tenemos un impulso de sexo dentro de nosotros, es porque Dios nos creo de esa manera.  Si tenemos la capacidad de pensar pensamientos sexuales, es porque Dios nos ha dado esa capacidad. El mismo Dios creador, sin embargo, ha prescrito una manera justa y abundante en el que estos deseos y pensamientos se deben expresar.  


No hay nada en la Palabra de Dios que indicaría que los seres humanos solo deben tener relaciones sexuales para procrear. Comunicación sexual dentro de los lasos del matrimonio no tan solo trae unidad de cuerpo, alma y espíritu, pero puede atraer al marido y esposa juntos en una unión de amor que es similar a la relación de Cristo y la iglesia como dice Efesios 5:31-33.                                             

MORAL PURITY


“You have heard that it was said to those of old, ‘You shall not commit adultery. But I say to you that whoever looks at a woman to lust for her has already committed adultery with her in his heart.” Matthew 5:27-28:
“Then the scribes and Pharisees brought to Him a woman caught in adultery. And when they had set her in the midst, they said to Him, “Teacher, this woman was caught in adultery, in the very act. Now Moses, in the law, commanded us that such should be stoned. But what do You say?” This they said, testing Him, that they might have something of which to accuse Him. But Jesus stooped down and wrote on the ground with His finger, as though He did not hear. So when they continued asking Him, He raised Himself up and said to them, “He who is without sin among you, let him throw a stone at her first.” And again He stooped down and wrote on the ground. Then those who heard it, being convicted by their conscience, went out one by one, beginning with the oldest even to the last. And Jesus was left alone, and the woman standing in the midst. When Jesus had raised Himself up and saw no one but the woman, He said to her, “Woman, where are those accusers of yours? Has no one condemned you?” She said, “No one, Lord.” And Jesus said to her, “Neither do I condemn you; go and sin no more.” John 8:3-11:

How do we decide what is right and wrong where sex is concerned? Is conscience alone trustworthy in human relations involving sex? Should public opinion be the final standard of judgment? The Word of God gives us guidance in answering such questions.

As the sixth commandment prohibits destroying someone’s life, the seventh prohibits destroying someone’s marriage. The commandment about adultery shares with the commandment on killing the importance of the worth of another individual.

Opposition to adultery is firmly rooted in the Word of God. Adulterers are grouped together in the Old Testament with murderers, treacherous men and those who oppress others. It is not surprising that the penalty for adultery was death.

Two ideas are especially noteworthy in Jesus’ saying: Jesus did not forbid looking at a woman, as did some teachers in his day. Nor did he condemn the natural attraction of a man and woman to each other. What he condemned was allowing that attraction to lead to fantasies that threatened another’s marriage. Jesus broke with the popular tendency to blame women for the problem of seduction. He called on men to assume responsibility for their sexual desires.

Moral laws operate in the universe as well as laws of nature. The Ten Commandments are moral laws. They reveal how life is put together morally. When we obey these laws, life is rich and full. When we disobey them, life becomes destructive and falls apart. They are the laws of God. Like the laws of nature, the moral laws hold firm. God enforces them continually.

How do we know that the Ten Commandments are the laws of God? We know because without them personal life will degenerate. Idolatry, killing, laying, stealing, adultery, and so forth are contrary to the way life is put together. We were made for love, truth, honesty, and purity.

When Jesus spoke of those who transgressed the commandment forbidding adultery, he did not stop with the act itself. Instead, he moved into the inner person where the desire to commit the act was born. He said, “Everyone who looks at a woman lustfully has already committed adultery with her in his heart”

The rabbis in Jesus’ day gave a man credit for his good intentions and overlooked his bad ones as long as he did not give in to them. Jesus would not be as lenient with those who wished to do wrong but held back because of lack of opportunity or legal consequences or fear of God. If they really desired in their hearts to commit adultery, it was as though they had actually done so.

I do not think that Jesus was saying that the thoughts born of our normal instinctive sex drives are sinful. Only if one, apart from marriage, accepts, cherishes, and dwells upon them do they become evil. Someone has said that the thought is father of the deed. Jesus said that the willful thought is itself the deed. This belief holds true not only in regard to sex, but in all areas of personal relationships where evil desires are entertained or deliberately invited.

The account in John’s Gospel of the woman taken in adultery illustrates how human personality can be violated. The men who were having relations with her were using her body for their own pleasure alone. How she felt inside, what they were doing to her as a person, her future prospects as a wife and mother, all these were not in the thinking of these men. 

We hear the phrase “consenting adults” a great deal today. The phrase has even become a part of some legislation where sex is involved. The fact that there is a consenting partner may mean only that rape did not occur. The fact of consenting partners may justify the act in the eyes of the law but not in the higher law of love given in Christ. The effect upon the persona of those involved in these acts still needs to be considered.

Persons “living together” who are unmarried are inviting anguish when the relationship breaks up, social stigma, suffering for any children born of this union and possible legal entanglements. And then, regardless of any disclaimers, there is usually the sting of conscience as ideals once held are repressed as they attempt to rationalize them away.

Recently the newspapers carried a story of a beautiful young woman who took her own life because she could no longer stand the insecurity of her situation. She had been sexually abused as a young girl and experienced a series of marriages, none of which lasted. People had used her to feed their own lustful desires and purposes. She could no longer take her situation.

Even in marriage, personality can be violated. Some marriages have been referred to as legalized adultery. There is no longer any concern for the other person. For them, physical relief rather than love is all that the marital relationship involves.

This study is not an anti-sex lesson but an anti-lust lesson. In the beginning God created human beings as man and woman. His purpose was that they should marry and multiply. Within the bonds of holy matrimony, sex is both beautiful and sacred.

If we have a sexual drive within us, it is because God created us that way. If we have the capacity to think sexual thoughts, it is because God has given us that capacity. The same creative God, however, has prescribed a rightful and abundant way in which these desires and thoughts should be expressed.

Nothing in the Word of God would indicate that human beings are supposed to only mate for procreation. Sexual communication within the bonds of matrimony can not only bring unity to body, soul and spirit, but can draw husband and wife together in a union of love that is similar, as Ephesians 5:31-33 states, to the relation of Christ and the church.


  

Tuesday, July 15, 2014

GUARDANDO RENCORES


"Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez esta delante de la puerta." Santiago 5:9

El Apóstol Santiago tenía una rara visión del corazón humano. Se dio cuenta de que era difícil para los creyentes de su tiempo levantarse contra la opresión y la persecución de los poderes del mal. Pero al mismo tiempo sabía que estas pruebas se podrían encontrar con mayor eficacia cuando se esperaban. Cuando nos preparamos para hacer frente a un enemigo exterior, la defensa nacional es considerado más como una defensa contra un enemigo exterior que de uno que se esconde dentro de la nación. Cuando llegamos a esto, ¿quién es nuestro peor enemigo? No es un extraño, un forastero, pero alguien que alguna vez fue un amigo íntimo o un ser querido. Un amigo convertido en enemigo se convierte en un enemigo mortal. Querellas interiores son a menudo mucho peores que los de afuera. Tener en cuenta todo esto, Santiago dice: "Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez esta delante de la puerta." 

No hay duda de que aquí, Santiago se dirige a la iglesia, ya que él los llama "hermanos". Se dirige a los mismos a quienes trató de consolar y fortalecer en la opresión sufrida por los malvados de a fuera. Es como si él les dice: "Usted tiene lo suficiente para encontrarse con los enemigos externos. Mantener la unidad en la familia, ya que en la unión está la fuerza para luchar contra el enemigo exterior. Después de todo, la paciencia que te pedí que mostrar hacia los malvados es más fácil mostrar hacia sus hermanos. Se esperas que los malvados actúen de la manera que lo hacen, pero no a los cristianos."Es bueno recordar, sin embargo, que los sentimientos de los demás hacia nosotros no son diferentes de nuestros sentimientos hacia ellos. Más probable que otros creyentes no encuentran en nosotros lo que esperan, así como nosotros no encontramos en ellos lo que esperamos.

La amonestación que Santiago nos da, por lo tanto, es esto, "Hermanos, no os quejéis unos contra otros." La palabra traducida "quejéis" en el griego original significa "estrecho." Es un cuadro de circunstancias estrechándose hacia nosotros. Existe la embestida del diablo desde el exterior y por los hermanos, desde el interior. No siempre es necesario que el diablo entrar en la iglesia. Él tiene algunos buenos trabajadores que ya están allí, los hermanos.

Las cosas pueden ponerse tan tensa a veces que realmente no sabemos qué hacer. Sentimos ganas de gritar y expresar nuestros sentimientos contra nuestros hermanos. Pero la decencia cristiana nos frena. Santiago  ya nos ha dicho que debemos ejercer paciencia hacia los incrédulos. Paciencia significa evitar estallar en venganza pasional. Seguramente si ejercitamos la gracia cristiana de la paciencia hacia los impíos, debemos ejercitarla hacia nuestros hermanos. Y lo hacemos; somos amables con ellos y gentil, en el exterior. Pero ¿qué pasa con el interior? ¿Cuáles son los sentimientos de nuestro corazón hacia nuestros hermanos? El verbo griego stenazoo (suspirar, gemir) en realidad denota sentimiento que es interno y no expresado. Se refiere al rencor que se mantiene en el interior, que no se expresa.

¿Quién de nosotros puede realmente decir que él está libre de tal cosa? ¿Acaso no tenemos rencor contra alguien? Puede que nunca hemos dado expresión a la misma, pero todavía está allí, en el corazón, en la parte más interior de nuestro ser. Incluso si no le decimos a nadie acerca de nuestro rencor a un hermano en Cristo, es pecado. Pecado concebido, Cristo enseñó, es pecado ejecutado. La ley humana castiga solamente el pecado ejecutado, pero la ley divina castiga el pecado concebida. Y haremos bien para luchar contra el pecado en su concepción y no en su expresión.

¿De qué se trataba este rencor? Es fácil de averiguar a través de un examen del contexto. Nosotros, como creyentes estamos todos en la misma situación. Todos estamos oprimidos y condenados en el mundo. Si queremos vivir con rectitud, sin duda, seremos perseguidos de alguna manera. Si no tenemos a alguien en contra de nosotros, puede ser porque estamos tratando de conciliar todo el mundo sin tomar en cuenta su bien o malo.

Sin lugar a dudas, sin embargo, tiene que haber habido grados de opresión y sufrimiento entre los hermanos. Algunos de ellos fueron privados de todo lo que tenían, y otros de sólo una parte de sus posesiones. No hay uniformidad en esta vida, ya sea de alegría o de tristeza. Hay una escala de diferentes experiencias. Cuando vemos a otro cristiano que sufre menos que nosotros, es natural para nosotros tomar el aspecto interior y tenernos compasión de nosotros mismos y de inmediato llegar a la conclusión de que no lo merecemos todo; la otra persona se lo merece más, y recibe menos que nosotros.

Nuestras experiencias deben ser algo similar a las del Apóstol Santiago. Estimamos que nuestra parte del castigo divino es tan alto porque sobrevaluamos nuestra espiritualidad y nuestro valor comparativo en relación con otros hermanos. Es difícil que jamás llegue a la conclusión de que Dios no hace una injusticia al permitir que suframos más que otros y que disfrutemos menos que otros. Que realmente se necesita una doble porción de la gracia de Dios para hacer eso.

El verbo aquí está en el tiempo presente, lo cual indica que Santiago está condenando esto como algo crónico y continuo. No seamos quejosos continuas. Quizá no expresamos mucho en el exterior, pero No permitamos que nuestro corazón se llena de quejarse. Hay hermanos que son quejosos continuas.

Para ser un disidente crónico en la familia de Dios es una cosa horrible. Cierto padre era un quejoso crónico. Estaba sentado junto a su familia en presencia de un invitado en la sala un día, cuando la cuestión de los alimentos se presento. Uno de los niños, estaba diciéndole al invitado que alimentos que cada miembro de la familia les  gustaba más. Finalmente le llegó el turno de describir al padre. "¿Y que es lo que a mí me gusta?" preguntó. "Usted", dijo el niño, "bueno, a usted le que todo lo que no tenemos." Esa fue probablemente una de las principales razones por lo cual había quejosos crónicos en los días de Santiago y por qué los tenemos y porque tienen más pruebas que otras, al menos en su propia estimación, continuamente se quejan.

¿De qué juicio esta Santiago hablando aquí? Seguramente el juicio de Dios, como lo ha estado haciendo a lo largo ya que esta queja traerá la condenación de Dios, tiene que ser un pecado que debe evitarse, ya que por estos defectos de nuestro carácter cristiano seremos juzgados. Sin lugar a dudas tanto juicio será impuesta a nosotros a medida que medís a los demás aquí en la tierra.


Hay una nota aún más importante que se agrega a este versículo para inducirnos a corregir nuestros caminos. "He aquí, el juez está delante de la puerta." Esta es una expresión que indica la proximidad, inminencia, certeza. La puerta es de uso frecuente como símbolo del corazón del hombre, como en Apocalipsis 3:20. El juez, que es Jesús, está de pie junto a la puerta del corazón y escucha a cada latido de su corazón. Él no escucha las palabras de nuestra boca, pero a los latidos de nuestros corazón. Y cuando hay queja en el corazón, el latido es diferente; el corazón late más rápido. No podemos engañar a Dios con palabras de hipocresía. Su oído esta escuchado nuestro corazón y es de acuerdo a su propia conclusión que Él nos juzgará. ¡Qué imagen aleccionadora es esto!

HOLDING GRUDGES



"Grudge not one against another, brethren, lest ye be condemned: behold, the judge standeth before the door." James 5:9

The Apostle James had a rare insight into the human heart. He realized that it was hard for the believers of his day to stand up against the oppression and persecution of evil powers. But at the same time he knew that these trials could be more effectively encountered when they were expected. When we get ready to face an outside enemy, national defense is thought of more as a defense against an outside enemy than of one that lurks within the nation. When we come down to it, who is our worst enemy? Not a stranger, an outsider, but someone who was once an intimate friend or a loved one. A friend turned enemy becomes a deadly foe. Inside quarrels are often far worse than outside ones. Having all this in mind, James says, "Grudge not one against another, brethren, lest ye be condemned: behold, the judge standeth before the door."

There is no doubt that here James is addressing the church, since he calls them "brethren." He is addressing the very ones whom he sought to comfort and strengthen in the oppression suffered from outside evildoers. It is as if he tells them, "You have enough to encounter with the outside enemies. Maintain unity in the family, for in unity there is strength to fight the outside enemy. After all, the longsuffering which I asked you to show toward the wicked ones is easier to show toward your brethren. You expect the wicked ones to act in the manner they do, but not the Christians." It is good to remember, however, that the feelings of others toward us are no different from our feelings toward them. Most likely other believers do not find in us what they expect, even as we do not find in them what we expect.
The admonition which James gives us, therefore, is this, "Grudge not one against another, brethren." The word translated "grudge" in the original Greek means "narrow." It is a picture of circumstances narrowing down on us. There is the onslaught of the devil from the outside and from the brethren from the inside. It is not always necessary for the devil to get into the church. He has some good workers already there, the brethren.

Things can get so tense at times that we really do not know what to do. We feel like screaming and letting our feelings out, really giving it to our brethren. But Christian decency restrains us. Already James has told us that we should exercise longsuffering toward unbelievers. Longsuffering means the avoidance of bursting out in passionate revenge. Surely if we exercise the Christian grace of longsuffering toward the wicked, we ought to exercise it toward our brethren. And we do that; we are kind to them and gentle, on the outside. But what about inside? What are the feelings of our heart toward our brethren? The Greek verb stenazoo (to sigh, to groan) actually denotes feeling that is internal and unexpressed. It refers to the grudge that is kept within, that is not expressed.

Who of us can really say that he is free from such a thing? Have we no grudge against anybody? We may never have given expression to it, but it is still there in the heart, in the innermost part of our being. Even if we do not tell anybody about our grudge against a brother in Christ, it is sin. Sin conceived, Christ taught, is sin executed. Human law punishes only sin executed, but divine law punishes sin conceived. And we shall do well to fight sin in its conception rather than in its expression.

What was this grudging about? It is easy to find out from an examination of the context. We as believers are all in the same boat. We are all oppressed and condemned in the world. If we want to live righteously, we shall undoubtedly be persecuted in some way. If we do not have somebody against us, it may be because we are trying to conciliate everybody irrespective of their evil or good.

Undoubtedly, however, there must have been degrees of oppression and suffering among the brethren. Some of them were deprived of all they had, and others of only part of their possessions. There is no uniformity in this life, either of joy or of sorrow. There is a scale of varying experiences. When we see another Christian suffering less than we do, it is natural for us to take the inward look and have pity on ourselves and immediately come to the conclusion that we do not deserve it all; the other fellow deserves it more, and gets less than we do.

Our experiences must be somewhat similar to those of the Apostle James. We estimate our share of divine chastisement to be so high because we overestimate our spirituality and our comparative value in relation to other brethren. It is difficult ever to come to the conclusion that God does not perform an injustice in allowing us to suffer more than others and to enjoy less than others. It really takes a double portion of the grace of God to do that. 
   
The verb here is in the present tense, which indicates that James is condemning this as a chronic and continuous thing. Let us not be continuous complainers. We may not express much on the outside, but let not our hearts be full of complaining. There are brethren who are chronic complainers.

To be a chronic dissenter in God's family is an awful thing. A certain father was a chronic complainer. He was sitting with his family in the presence of a guest in the parlor one day when the question of food came up. One of the children, was telling the guest what food each member of the family liked best. Finally it came to the father's turn to be described. "And what do I like?" he asked. "You," said the child, "well, you like most anything we haven't got." That was probably one of the main reasons why there were chronic complainers in the days of James and why we have them and because they have more trials than others, at least in their own estimation, they continually complain.

Of what judgment is James speaking here? Surely of the judgment of God, as he has been doing right along since this complaining will bring about God's condemnation, it must be a sin to be avoided, because for these defects of our Christian character we shall be judged. Undoubtedly as much judgment will be meted out to us as we mete out to others down here on earth.


There is a further important note that is added to this verse to induce us to correct our ways. "Behold, the judge standeth before the door." This is an expression indicating proximity, imminence, certainty. The door is often used as a symbol of man's heart, as in Revelation 3:20. The judge, who is Jesus, is standing outside the heart's door and is listening to its every heartbeat. He does not listen to the words of our mouths, but to the beats of our hearts. And when there is complaining  in the heart, the beating is different; the heart beats faster. We cannot fool God with words of hypocrisy. His ear is listening to our hearts and it is according to His own finding that He will judge us. What a sobering picture this is!