“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” (Lucas 12:15)
Un individuo no es verdaderamente completo hasta que él ha sentido el alivio maravilloso del pecado mediante el arrepentimiento, ha tenido el nombre de Jesucristo aplicado a su corazón, y haya recibido el don glorioso del Espíritu Santo. El apóstol Pablo explica este complemento de vida en su epístola a la iglesia en Colosas: “y vosotros estáis completos en él” (Colosense 2:10).
Pasando por alto las variantes circunstancias de la vida y a pesar de los objetivos o metas personales para ser logrados, cada persona tiene una responsabilidad a responder directamente al propósito y llamamiento de Dios. Como vivimos nuestras vidas es vitalmente importante a alguien aparte de nosotros mismos, porque Dios nos esta mirando y esperando que cada uno de nosotros personalmente le invitamos a nuestro corazón. Dios desea ser una parte vital de cada vida humana.
LA VIDA ES MARAVILLOSA - VIVA LA
De la nada Dios creó al hombre. Es verdad, que Dios usó el polvo para formar al hombre, ¡pero esto Él solo creó! El hombre no llegó a ser una “alma viviente”, sin embargo, hasta que Dios respiro vida en la nariz de Adán. No debemos equivocarnos sobre esto; la vida es un don y capacidad de Dios. David el salmista dijo, “formidables, maravillosas son tus obras” (Sal. 139:14). La vida es maravillosa y milagrosa, y nosotros tenemos que vivir la en el temor y reverencia del Omnipotente. Sin duda, Dios es el creador de la vida, y por ser tan misteriosa el principio de la vida al hombre, la cuestión verdadera no es la vida en sí, pero el significado de la vida y el propósito por el cual Dios creó al hombre. En otras palabras, el hombre pregunta, ¿Por qué yo, por qué aquí, por qué ahora?
Dios ha puesto un propósito específico y valor único sobre cada faceta de Su creación. El no habló un árbol o un animal a la existencia accidentalmente o en una manera fortuita. Cada cosa creada tiene un propósito y una razón para su existencia, y el hombre no es ninguna excepción. De hecho, el hombre fue creado para el propósito altísimo de Dios. Él moldeó al hombre en Sus manos propias y lo hizo un alma vivo en Su imagen propia para el propósito expreso de tener comunión personal con Él. El dominio y el liderazgo sobre el resto de la creación eran secundarios. Dios deseó tener comunión con la corona de Su creación, el hombre. Dios deseó el amor y la devoción de uno quien podía escoger de buena gana adorar lo y confraternizar en Su presencia.
No hay nada que puede comparase a la vida en Cristo Jesús. Ninguna cantidad de posesiones, riquezas, o talento es capaz de tomar el lugar del Señor Jesucristo. Sí, es completamente posible vivir sin Dios y sin ninguna referencia a, o reconocimiento de Su amor o existencia. Lamentablemente, millones de gente viven todos los días sin el beneficio de la guianza y liderazgo de Dios. Sin embargo, es la voluntad de Dios que le conozcamos en una relación de redención. Durante Su ministerio, Jesús dio el propósito claro de Su nacimiento cuando Él dijo, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Mediante la vida abundante que Cristo nos da somos capaces de darnos cuenta de nuestra potencial real en Él. Podemos agradar al Señor y poseer Su paz, amor y gozo. Nuestra responsabilidad es buscar al Señor hasta que lo encontramos, y entonces vivir nuestra vida entera en Él. En otras palabras, vivir con Jesucristo es nuestra prioridad principal. A escoger vivir la vida de otra manera es frustrar la voluntad y propósito de Dios para nosotros.
El paso de tiempo tiene una manera de cambiar cada vida. Desde la niñez temprana, cuando cada descubrimiento nuevo trae excitación y fascinación, a la quieta solemnidad de vejez, el Espíritu de Dios trabajando en una vida hace toda la diferencia. El Espíritu de Dios es la diferencia entre una vida vivida sin propósito o dirección y acostumbrada a derrota y una que es victoriosa, viva en el Espíritu, y victorioso a pesar de dificultades. Mediante el poder del Espíritu ascendemos sobre cada obstáculo de la vida. Cada fase de la vida ofrece aventuras y desafíos nuevos en el Espíritu, llevándonos hacia la madures espiritual (I Corintios 13:11).
El apóstol Pablo compara la madures físico a la madures espiritual. Él sabía que así como nosotros crecemos físicamente nosotros deberíamos madurar espiritualmente. Todas las fases de la vida deberían reflejar un siempre cambiante proceso. Así como el cuerpo humano madura con el tiempo, y su conocimiento y comprensión crece, el hombre espiritual debería madurar en la gracia y conocimiento del Señor. En la niñez ciertos niveles inmaduros de comportamiento son aceptables. Sin embargo, la misma inmadurez mostrada en un adulto es impropia y considerado frívolo. De la misma manera, la inmadurez espiritual en un cristiano adulto es causa de preocupación y mucha oración. El escritor del libro de Hebreos expresa tal preocupación (Hebreos 5:12-13). Como cristianos también tenemos que crecer espiritualmente y aumentar nuestra dieta espiritual. La Palabra de Dios nos dice que los que tienen hambre y sed de justicia serán saciados (Mateo 5:6).
LA VIDA ES DURA - SOPORTA LA
Si hay una certeza en la vida, es que la vida es incierta. Los eventos y las circunstancias provienen que prueban el coraje, paciencia, y la fe aun del cristiano más maduro. La vida está llena de sorpresas grandes y chicas. Los caminos más buenos eventualmente desarrollan unos pocos baches penosos, y así es con la vida. Cosas malas suceden a la gente buena, y enfermedades serias, pérdida severa financiera, y difícil y dolorosa problemas de familia ocurren en las vidas de los hijos de Dios. Pero el cristiano no es dejado solo para pugnar y batallar. Dios ha prometido ser siempre una ayuda presente en el tiempo de problema. Dios no escoge siempre eliminar la tribulación y dificultad, pero Él ha prometido nunca dejarnos solos. La presencia de Dios trae paz y serenidad en medio de una tormenta personal.
El Espíritu Santo es un don que sinceramente “nos sigue dando”. Mientras Satanás esta usando cada truca disponible para traer los peores inundaciones de la vida contra nosotros en un esfuerzo de derrotar y desalentar nos, el Espíritu del Señor simultáneamente esta construyendo y levantando una norma contra cada ataque del enemigo (Is. 59:19). Dios nos ha proveído generosamente con armas efectivas contra cada ataque del diablo; con Dios somos asegurados de victoria.
El plan de Dios para el hombre incluye una perfección y belleza única. Por una cosa, Dios ha puesto Su Espíritu y poder en nosotros como “tesoro en vasos de barro” (II Cor. 4:7). Sabiendo también que uno que ha nacido de nuevo es imperfecto e incompleto, que él esta destinado a vivir relativamente unos pocos días sobre la tierra y que su vida puede estar lleno de problemas (Job 14:1), Dios todavía invierte Su amor, gracia, y Espíritu en él.
El tesoro del Espíritu de Dios permite Sus hijos sobrevivir mediante cada dificultad, cada prueba y cada tentación. Nuestras vidas llegan a ser testimonios victoriosos del poder de Dios cuando Su Espíritu nos permite triunfar en circunstancias y situaciones difíciles, El Espíritu Santo ayuda al cristiano mantener su equilibrio espiritual en cualquier dificultad.
¿Quien esta exento de las problemas y aflicciones de la vida? Nadie. Cada vida tiene sus tiempos de dolor, ofensas y resentimientos. Pero los hijos de Dios encuentran gracia y fortaleza suficiente para encarar estos tiempos. Él experimenta problemas, pero él no sucumbe para dudar el amor y la presencia de Dios. Él no llega a ser distraído de su caminata con Dios. Él resiste conflictos mentales que intentan de atormentar, afligir, o lastimar su relación espiritual con Dios. Cuando Pablo escribió que no somos angustiados, él nos aseguró que el Espíritu Santo es más que una ayuda adecuada para guardar nos en contra de cualquier angustia o daño que puede afectar nuestro espíritu a causa de las problemas de la vida. Tal es el poder del grande tesoro del Espíritu de Dios.
Cualquier persona quien ha vivido años en el Señor ha experimentado tiempos cuando él lo encontró difícil comprender por qué el camino de la vida pasa por el dolor, sufrimiento, y desilusión. Él puede encontrar lo duro para comprender la razón por que Dios lo ha permitido aguantar una prueba ardiente. Pero cuando él vuelve a Dios, él descubre que la presencia de Dios en su corazón no le permite hundirse en la desesperación. Podemos ser confusos y perplejos sobre estos problemas, pero el Espíritu Santo proveerá la dirección de Dios y conocimiento y nos condujera fielmente por cada experiencia de valle.
A desesperarse es ser turbado, y no es la voluntad de Dios para Sus santos estar en tal estado. Un Cristiano puede preguntar, “¿Porque?” pero el nunca pierde o abandona su esperanza bendita en Cristo. Sin la ayuda de Dios, la persona tendría que confiar en su intelecto y capacidades propias, pero la persona más sabia y talentosa no puede por sí mismo vencer la maldad de su propia naturaleza caída. Solos, no somos partidos contra nuestra carnalidad o las asechanzas del diablo, pero con Dios en nuestro lado somos una fuerza espiritual más formidable que no puede destruirse. Jesús dio a conocer Su poder de vida eterna cuando Él contestó a los judíos quien deseaban una señal de su pretensión. Jesús les dijo: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19).
Podemos en veces aparecer derrotados en una batalla espiritual, pero el Señor nos dará la victoria. Nunca tenemos que temer ser abandonados o destruidos mientras que el Espíritu de Dios radique en nuestras vidas. Mediante el Espíritu, cada hijo de Dios tiene poder sobre problemas, pruebas, heridas, y tribulaciones.
LA VIDA ES CON FIN DETERMINADO - ENCUENTRA LO
Junto con Su protección y poder, Dios ha puesto un llamamiento especial en cada cristiano. A través de Sus enseñanzas, Jesús comunicó un hilo común de propósito para ambos el individuo y la iglesia. Su propósito es que cada vida refleje el mensaje de Jesucristo en su propia manera única. Somos facultados por Su Espíritu para ser testigos de Él, para dar a conocer a otros la buenas nuevas de Jesucristo.
Descubriendo y siguiendo la voluntad de Dios puede ser un desafío, demandando nuestra devoción y dedicación. Mientras oramos, tenemos que ser siempre sensibles al Espíritu; porqué debemos ser guiado por el Espíritu. En veces Dios puede hablarnos en una manera quieta en nuestro espíritu; en otras veces Él puede dar a conocer una tarea para nosotros mediante sueños, visiones, expresiones proféticas, predicación de la Palabra, o mientras leemos la Palabra. Conoceremos la voz de Dios, pero Su voz siempre esta en armonía con Su Palabra. No todos son llamados para ser evangelistas, o un pastor. Pero todos son llamados para ser un instrumento en cumplir el propósito de Dios sobre la tierra.
Encontrando nuestro lugar en el reino de Dios trae gozo y paz sin igual. Sentimos paz con Dios y experimentamos armonía con la Iglesia. David dijo, “Dios, Dios mío eres tú; temprano te buscaré;” (Salmo 63:1). La palabra temprano en este verso podría significar ambos temprano en la vida y temprano cada día. Podemos encontrar la voluntad de Dios en nuestra mocedad, pero necesitamos también buscar Su guía diaria (Mateo 6:33). Dios promete al buscador que él encontrar, pero Él no indica siempre el tiempo específico en que nosotros hallaremos la respuesta a lo que buscamos. Pero encontraremos diario la guíanza que necesitamos para hacer la voluntad de Dios junto con el valor y la fe para realizar su voluntad.
Cuando el propósito y el plan de Dios se nos dan a conocer, entonces necesitamos realizar nuestro llamamiento a lo mejor de nuestra capacidad. Frecuentemente el llamamiento de Dios requiere preparación y entrenamiento, así como los apóstoles necesitaron enseñanza y entrenamiento antes que a ellos se les encomiendo la tarea de guiar la iglesia después del Día de Pentecostés. Uno necesita ser paciente para que Dios le abra puertas para cumplir su llamamiento, pero él no debe frustrarse con el tiempo de Dios. El don y llamamiento del hombre hará lugar para él, y otros vendrán para ver la mano de Dios sobre su vida (Proverbios 18:6).
En escribir a la iglesia de Corintio, el apóstol Pablo explicó que cada hombre tiene su propio don de Dios, y que el don de cada hombre es diferente y único en alguna manera (I Cor. 7:7). Cuando Dios abre una puerta de oportunidad, podemos pasar por ella con ánimo y confianza en el Señor, y podemos realizar la tarea que el Señor nos ha dado. Dios no quiere que seamos repugnantes para obedecer Su voluntad para nuestras vidas, porqué Él desea que alegremente le proclamemos, y Su salvación.
La vida es demasiada corta para arriesgar no cumplir la perfecta voluntad de Dios en nuestras vidas. Él tiene un plan para cada uno de nosotros. Él ha invertido Su Espíritu en nosotros, y Él espera totalmente que realicemos las labores espirituales y hazañas que Él ha encomendado a nosotros.
Con Jesucristo como una parte integral de la vida, la vida llega a ser más que simplemente viviendo. Es una grande aventura en el Espíritu Santo donde Su voluntad se busca, se encuentra y se cumple. Como podemos dar menos que lo mejor al Salvador, quien ha dado tanto al mundo. Dios nos ha dado a cada un de nosotros vida y un propósito para esa vida.
Aunque muchos rehúsan conocerlo en el poder de Su Espíritu o comprender Su voluntad para ellos, esos quien cree y le obedecen se regocijan en Su salvación, que cambia sus vidas, pone una canción en su corazón, y les da un propósito santo. Jesús vino para que podríamos tener vida, y en abundancia. Podemos experimentar nuestra potencialidad en la vida mientras Su Espíritu nos guía cada día.
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