Es
importante que tomemos tiempo para reenfocar nuestras vidas y estar dispuestos
para hacer cambios. Nuestra vista de metas personales y compromisos es
enturbiada por las interacciones de la vida y la inseguridad del futuro.
Necesitamos momentos cuando podemos dar un paso atrás y después de un momento
de descanso y reflexión, somos capaces otra vez de vivir la vida con propósito,
con un foco más claro en el plan y objetivo de Dios para nuestra vida.
Con el
principio de un Año Nuevo, a menudo hacemos resoluciones para el Año Nuevo. Lo
que estamos diciendo es que vemos una necesidad de cambio y puede ser una cosa
buena sólo mientras que Dios está detrás del cambio. Somos malos en comenzando
y no terminando las resoluciones del Año Nuevo, pero cuando la necesidad del
cambio nace de Dios Él nos ayudará hasta que sea cumplido. Déjeme sugerir tres
motivos por qué usted debería pensar en hacer algunas resoluciones de Año
Nuevo.
Primero, todos
necesitamos cambios. Algunos cambios encontramos que son muy difíciles
admitirlo a nosotros mismos. Pero hay una gran potencia en la confesión a
nosotros mismos, a Dios, y a otros. Enfrentando nuestros fracasos es el primer
paso doloroso en el camino a algo mejor.
Segundo,
cuando cambiamos calendarios es también un tiempo bueno para la revaloración.
¿Cómo fue el año pasado? ¿Qué quiero hacer diferentemente este año? Esta vez
del año siempre me recuerda de un paso de la escritura, “Arad campo para vosotros, y no sembréis entre espino” (Jeremías 4:3).
Tiene sentido. Entre más tierra que usted pone en la producción, más próspero
usted será. Pero algunos de nosotros son bastante estúpidos para tratar de
sembrar semillas en la tierra invadida por hierba sin arar la tierra y tener
cuidado de arrancar las hierbas cuando salen. Llámelo pereza o Llámelo
estupidez. Déjeme hacerle una pregunta seria. ¿Qué porcentaje de su vida esta
produciendo algo de valor? ¿Cuánto terreno “sin arar” tiene usted que necesita ser
arado en 2014, y hecho útil? El principio de un año nuevo es un tiempo bueno
para la revaloración.
Tercero,
el Año Nuevo es un tiempo excelente para correcciones de medio curso.
Seguramente podríamos fallar en lo que intentamos hacer, pero si dejamos de
planear, como dice el viejo refrán, entonces planeamos fallar. Si usted es tan
temeroso del fracaso que usted nunca pone metas, usted muy probablemente no
hará mucho. El fracaso no es el final. Para la persona que se determina
aprender de ello, el fracaso es un amigo. Si usted quiere hablar del fracaso
considera al Apóstol Pablo. En toda su vida él estuvo opuesto, perseguido,
naufragado, apedreado y dejado por muerto, abandonado por compañeros confiados
de trabajo, difamados, y desdeñó. A veces pareció que los proyectos a los
cuales él había dedicado años se volvían polvo antes de sus ojos. Pero él no
estaba dispuesto a darse por vencido: “Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”
(Filipenses 3:13-14). No me extraña, que él dejo una marca en su mundo. Él
dejó de mirar hacia atrás, y puso su vista en lo que estaba adelante. Él no
dejó que el miedo del fracaso lo detuviera de intentar otra vez.
No
tenga miedo de cambiar. ¡Usted puede cambiar su futuro sólo mientras que usted
no resista el cambio! La razón principal por qué la gente resiste el cambio es
el miedo; miedo del fracaso, miedo del rechazo, miedo de pérdida y miedo de lo
desconocido: “Porque no nos ha dado Dios
espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio” (II Timoteo
1:7). La gente resiste el cambio porque están contentos y satisfechos como
están las cosas. La mayoría de nosotros queremos quedarnos en la cumbre de la
montaña de la victoria de ayer en vez de continuar y crecer. Usted nunca crece
en la cumbre de la montaña, pero sólo en pasar por el valle de cambio: “Atravesando el valle de lágrimas lo cambian
en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder…”
(Salmos 84:6-7).
Algunas
personas resisten el cambio porque no entienden lo que Dios quiere hacer en sus
vidas. Ellos no pueden ver ninguna necesidad personal del cambio o no ven
ninguna ventaja para el cambio. Los hábitos y las tradiciones dificultarán el
cambio. El fracaso de dejar nuestra zona de comodidad minimizará cambios y
transformaciones en nuestras vidas. Nadie lo ha hecho de esta manera es una
queja común de la gente que rechaza cambiar debido a tradición o hábito.
Cuando
entramos en el Año Nuevo, ay que hacernos unas preguntas difíciles y enfocar en
el propósito de nuestras vidas y ser receptivos a cambios. Recobre su foco en
el propósito y plan en su vida. Con la ayuda de Dios usted puede cambiar su
futuro.
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