Mateo 28:1-6
¡No está aquí, ha resucitado! Estas siete palabras declaran la más importante verdad en toda la Biblia. Preguntaría, “¿Podía cualquier verdad ser más importante que la verdad del nacimiento virginal de Cristo? ¿O, la verdad de la cruz del Calvario? ¿O los milagros que Cristo hizo, como sanar los enfermos, dar la vista a los ciegos, y resucitando los muertos?” ¡Si! ¡Porque, no importa lo que hizo Jesús, o quien era, si la muerte lo podría haber detenido en la tumba, todo lo demás hubiera sido en vano!
La cruz y la resurrección de Jesús son inseparables, van mano a mano, el uno demanda el otro. Si Jesús no hubiera muerto no hubiera por supuesto ninguna resurrección, por lo tanto no hubiera fe, ninguna salvación, ninguna creación nueva; pero se no hubiera conquistado la muerte, el infierno, y la tumba, Su muerte hubiera sido en vano. ¡Por lo tanto esos quien niegan Su resurrección mas vale que nieguen que fue crucificado!
El diablo hizo todo en su poder para impedir que Jesús fuera a la cruz. El sabia que se Jesús llegara al Calvario, Su muerte en la cruz traería eventualmente la caída de su reino. Satanás reúno todas las fuerzas del infierno, en un intento extremo de destruir a Jesús antes que llegara al la cruz, pero la Biblia nos dice en Colosenses 2:15 que Jesús “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” Cuando Jesús oró en el jardín de Getsemaní, Él vio todas las fuerzas del infierno aliados juntos para aplastarlo; pero un ángel fue enviado a Él para fortalecerlo y gano una gran victoria, haciendo del infierno y sus demonios un espectáculo publico.
El diablo trato de matar a Jesús
cuando fue azotado por los romanos, pero no lo logro. Trato de matarlo bajo el
peso de la cruz y falló. ¡Jesús vino al mundo para morir en la cruz, y ni el
diablo y todas las fuerzas del infierno iban a impedírselo! Aun, después que
había llegado a la cruz y había muerto allí, ellos pensaron que podían
detenerlo en la tumba por poniendo una piedra pesada en frente de la entrada,
sellándola con el sello imperial de Roma, y poniendo una guardia romana
enfrente de ella. Pero ellos no habían tomado en cuenta el poder de Dios y el
hecho que no era posible que la muerte Lo detuviera porque Él era Dios mismo
manifestado en la carne como dice San Juan 1:14; “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.”
¡No era posible que la muerte detuviera a Jesús! La muerte es el resultado del pecado, “Porque la paga del pecado es muerte” dice Romanos 6:23, “y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” dice Santiago 1:15, pero Jesús no pecó; no había pecado en Él. Por tanto la muerte no tenía ningún derecho a Jesús. Jesús no murió como muere un mortal; Él no murió una muerte “natural.” Él entrego su vida por su propia voluntad, para volverla a tomar. El dijo en San Juan 10:17-18: “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.” Jesús es vida, y es imposible que la muerte retenga la vida. Él dijo en San Juan 11:25: “Yo soy la resurrección y la vida.” Él tomo un cuerpo para poder morir, dar Su vida, y mediante la muerte hacer posible la vida eterna a todos los que creen en Él, San Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
¡Ningún hombre mato a Jesús! Es cierto que los hombres demandaron Su muerte, los hombres lo arrestaron y lo condenaron, y las manos de hombres lo clavaron en la cruz, pero no os engañéis, amigo, ¡el hombre no le quito la vida! Jesús era Dios manifestado en la carne, y Dios no puede morir ni puede ser matado.
Pilato dio el cuerpo muerto de Jesús a Nicodemo y a José de Arimatea. Ellos bajaron el cuerpo de la cruz y lo pusieron en la tumba nueva de José, ¡pero no era posible que la corrupción destruirá Su cuerpo, y al tercer día después de Su entierro Jesús salio fuera de la tumba en el mismo cuerpo que Nicodemo y José habían puesto en la tumba! Si Él no hubiera resucitado corporalmente no hubiera ganado la victoria total sobre la muerte.
Sin Su resurrección corporal Él hubiera ganado solamente una victoria parcial sobre la muerte. Pero, Él si resucito corporalmente, y la Palabra de Dios declara: “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (I Corintios 15:54-57).
Gracias a Dios que Él no se detuvo antes que ganar victoria total sobre el mundo, la carne, y el diablo, la muerte, el infierno, y la tumba. Tomo un cuerpo que era capaz de morir y en ese cuerpo Él murió y resucito. Su resurrección corporal es la garantía que conquisto todo lo que Él vino a conquistar, y Él ahora retiene las llaves del infernó y de la muerte. “yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:17-18).
Que todos los muertos van a ser resucitados a vida es enseñado en las escrituras, “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (Juan 5:25-29). Dos cosas se enseñan en esta escritura. La primera cosa es que todos los que mueren van a ser resucitados a vida. La segunda cosa es que algunos van a ser resucitados a vida eterna mientras otros van a ser resucitados a vergüenza eterna y condenación.
Todos los que han vivido y han muerto van a
resucitar de la muerte al fin de la edad. Ellos se levantaran a la vida eterna
o a la muerte eterna. Lo que la persona hace con Cristo va determinar cual de
estos dos va ser su fin. “los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años.
Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene
parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre
éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él. Y vi
un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron
la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a
los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron
abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron
juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte
y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada
uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago
de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito
en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:56, 11-15).
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