“Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo, y erigieron allí el tabernáculo de reunión, después que la tierra les fue sometida. Pero habían quedado de los hijos de Israel siete tribus a las cuales aún no habían repartido su posesión. Y Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo seréis negligentes para venir a poseer la tierra que os ha dado Jehová el Dios de vuestros padres? Señalad tres varones de cada tribu, para que yo los envíe, y que ellos se levanten y recorran la tierra, y la describan conforme a sus heredades, y vuelvan a mí.” (Josué 18; 1-4)
Dios ofrece a cada persona que clama a Su nombre poder para liberarse de los pecados que los dominan. Esta porción en Josué me recuerda de algunos cristianos que luchan con el pecado. Ellos han cruzado el Río Jordán por así decirlo, invitando a Jesús a su vida, pero nunca han tomado posesión de la tierra de libertad que Dios les prometió. Jesús dijo, “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Parte de su problema es que ellos no permanecen en la palabra de Dios. Ellos no leen su Biblia, ni asimilan lo que esto dice a su vida. Ellos en cambio persiguen el éxito en su trabajo y otros intereses. Se toma mucho tiempo antes de que se den cuenta de su necesidad de la ayuda de Dios.
No se dan cuenta de las muchas veces que Dios los detiene de seguir más profundo en el pecado. En su misericordia y amor, él los llama a Él aun cuando ellos están en el pecado. Cuando finalmente se rinden a Dios y piden la ayuda en liberarse de viejos hábitos, Él contestará su súplica y les enseñará cómo guardar su vida pura. Cuando ellos practican lo que él les muestra ellos empiezan a tener la victoria sobre los pensamientos de tentación y las memorias del pecado. Entonces son capaces de empezar a vivir en la tierra de la libertad que Jesús adquirió para ellos con su sangre.
Si usted se siente como los Israelitas que no habían entrado en su tierra prometida, usted puede empezar a moverse en su libertad ahora mismo. Empiece invitando a Jesús de nuevo a su corazón, y confiesa lo que ha estado impidiéndole habitar en la libertad que él compró para usted. Entonces, encuéntrese con Dios cada día en un tiempo de meditación para orar, adorar a Dios y estudiar la Biblia. La Biblia y el Espíritu Santo le enseñarán como vivir en la libertad. A través de su tiempo con Él, usted se hará sensible a Su dirección de cómo moverse a la tierra. Hay fortalezas pecaminosas que tendrán que ser derribadas. Dios le ayudará a encontrarlos y destruirlos. ¡Después usted mirará hacia atrás, preguntándose por qué usted no se había acercado cuanto antes!
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