“Y al que sabe hacer
lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” Santiago 4:17
¿Ha oído alguna vez
usted el término “ateo práctico”? Este es un término usado por algunos grupos
religioso para describir a todos aquellos creyentes que técnicamente creen en
Dios, pero quiénes se comportan inmoralmente. La suposición es que comportamiento
moral sigue automáticamente a partir de una verdadera creencia en Dios, por lo
tanto inmoral comportamiento es consecuencia de no creer realmente. Un creyente
que se comporta inmoralmente realmente debe ser un ateo, sin tener en cuenta lo
que él cree. Espiritualmente él cree en Dios. Pero en la práctica, él vive como
si Él no existe.
Un ateo práctico duda
de Dios por la práctica. El ateísmo práctico es centrado en la idea que uno
ignora la creencia en Dios en la vida cotidiana, pero no necesariamente rechaza
la existencia de Dios cuando esto se trata de creencias que
profesan. Así una persona podría profesar fe en Dios, pero en la práctica ser
más cercana al ateísmo.
Durante años, creí que
la iglesia estaba llena de dos tipos de personas; aquellos que creían y quiénes
no. Nuestras predicaciones tenían como objetivo alcanzar a ambos grupos.
Tratamos de ayudar aquellos que ya creían por la profundización de su fe así
como su entendimiento de la Biblia, y tratamos de introducir aquellos que no
creían a la realidad de Dios.
Con el tiempo, sin
embargo, me di cuenta de un fenómeno interesante. Muchas de las personas con
quien hablé con el largo de mis años en el ministerio y en el curso
natural de la vida se consideraban cristianos. Muy pocos profesaron ser ateos,
o hasta tener dudas serias sobre la existencia de Dios. Todos parecían creer en
Dios, sin embargo, muchos de ellos no asistían a la iglesia con regularidad o
pasaban mucho tiempo buscándole. Ellos vivían en el reconocimiento de que hay
un Dios, pero no miran ninguna conexión entre su creencia y la forma en que se
dedican a sus asuntos cotidianos. Ellos nunca consideran o incluyen a Dios en
sus decisiones claves, o modelan sus vidas según Sus valores. En consecuencia,
ellos creen en Dios, pero se comportaron como si Él no existe. El Ateísmo
Práctico es una dicotomía, una división entre lo que decimos y lo que hacemos.
El Ateísmo Práctico explica la sima entre lo que muchas personas dicen que
ellos creen y como ellos viven sus vidas.
Hay una muy real
desconexión entre las creencias de muchos creyentes y su comportamiento. No
creo que sea una exageración decir que el ateísmo práctico se ha hecho la forma
dominante del cristianismo actual. Lo que es más es que esto ha
perjudicado nuestra capacidad de encontrar a Dios, experimentar el cambio de
vida y participar en la vocación que Él tiene para nuestras vidas. Aunque la
Iglesia es la más educada, con recursos suficientes, e la más prominente en la
historia, el fenómeno del Ateísmo Práctico nos ha inoculado contra
un más profundo, más vibrante expresión de nuestra fe.
Muchos cristianos
hablan de sentirse desconectados de Dios y desalentado con la vida porque ellos
han venido a creer que no es posible experimentar verdaderamente a Dios. ¿Es el
Ateísmo Práctico algo que usted ha visto obrando en su propia vida?
¿De ser así, qué ha hecho usted para vencerlo?
“Porque la ira de Dios
se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que
detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es
manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su
eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del
mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen
excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le
dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio
corazón fue entenebrecido” Romanos 1:18-21. La mayoría de nosotros hemos leído esta escritura,
estoy seguro. Y somos horrorizados que aquellos ateos niegan la existencia de
Dios cuando “las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles.” Sabemos que más allá de meros argumentos
(apologética), “lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo
manifestó.” Y por lo tanto, si somos gente compasiva, estamos preocupados
por ellos porque la ira de Dios está sobre ellos.
Cuando leí esto, hay
algo que me llama la atención, y no se trata de “ellos”. Pablo dijo que su
falta de honrar a Dios tenía un síntoma específico. Ellos no le honraron como
Dios... o dieron gracias a Él. La principal característica de este “ateo” es
una falta de gratitud a Dios. Y la razón que esto se destaca es que a menudo
carecemos de esa calidad particular. Somos testigos de Su poder eterno y
naturaleza divina, y sin embargo, con demasiada frecuencia no estamos tan
agradecidos como deberíamos ser. Esto está muy mal; esto nos pone, demasiado a
menudo, en la categoría del ateo práctico. Decimos amar a Dios y ha si es, pero
hay muchas veces que vivimos o sentimos o pensamos o actuamos como si Él no
está allí, como si todo lo que tenemos lo hemos logrado adquirir, como si Él
nos debe, como si se trata todo de nosotros.
El setenta y dos por
ciento de los Cristianos afirma que ellos han hecho un compromiso personal con
Jesucristo, pero sólo el 17 por ciento siente que la iglesia local es necesaria
para el crecimiento espiritual y sólo uno de cada tres Cristianos creen que
Dios espera que ellos sean santos. Jesucristo no murió solamente en la cruz
para que podamos solo decir una oración y vivir como queramos, creo que cuando
se trata de la oración la mayoría de los cristianos son realmente
supersticiosos más bien que creyentes en lo sobrenatural.
No mucha gente le
dirá, “yo soy un ateo”. Al menos no con sus palabras. Pero los
estilos de vida de muchos dice lo contrario. Conozco a mucha gente quiénes
viven sus vidas como si Dios no existiera. Ellos son lo que llamamos “ateos
prácticos.” Ellos no toman a Dios en la consideración. Ellos lo excluyen de sus
pensamientos, su forma de hablar, sus planes y sus actividades.
¿Vive usted como un
ateo práctico, haciendo caso omiso de los mandamientos y preceptos de Dios,
confiando en su propia sabiduría, y rechazando creer en la bondad de Dios? ¿O
es su creencia en Dios evidente en su hablar y en su entrega a la dirección de
Dios día tras día? La fe sin obras está muerta, diría Santiago. No deje su vida
negar su creencia en Dios.