“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Reconoced
que Jehová es Dios; El nos
hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. Porque
Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las
generaciones.” (Salmos 100)
Podemos seguir
ésta histórica tradición cristiana, desde el año 1623. En Noviembre del año
1623, después de levantar la cosecha, el gobernador de la colonia de peregrinos
en Plymouth, Massachussets, declaró: “Todos ustedes, peregrinos, con sus
esposas e hijos, congréguense en la casa comunal, en la colina… para escuchar
al pastor, y dar gracias a Dios todo poderoso por todas sus bendiciones.”
Este es el origen
de nuestra celebración anual del Día de Gracias. El Congreso de los Estados
Unidos ha proclamado Días Nacionales de Acción de Gracias a Dios en muchas
ocasiones a través de los años. En el
primer día de Noviembre de 1777, por orden del Congreso, se firmo la
primera Proclamación de Acción de Gracias Nacional, proclamando el tercer
jueves de Diciembre como el día oficial de dar gracias. El día primero de Enero
de 1795 George Washington, proclamo que el día oficial de Dar Gracias era el
día jueves, el 19 de Febrero, de 1795.
Muchos años después, el 3 de Octubre de 1863, Abraham Lincoln proclamo, por
acto del Congreso, un Día Nacional de Acción de Gracias anual en el ultimo
jueves de Noviembre.
En este Día de Gracias queremos dar gracias. En este Día de Gracias queremos unir el mundo material al mundo espiritual. En este Día de Gracias queremos dedicar a Dios, lo que se nos ha dado. ¿Cómo podemos hacer esto?:
Primero de todo, debemos agradecer a
Dios por la vida. Él nos ha hecho y nos ha formado. Sólo por Él vivimos y nos movemos
y tenemos nuestra existencia. Sólo en Él tenemos la habilidad para pensar y
disfrutar y responder y maravillar. Sólo en Él podemos saltar y correr y jugar
y aprender. Sólo en Él podemos comer y dormir y amar. Así que agradecemos a
Dios por la vida.
Segundo, debemos agradecer a Dios
por la salud. Muchos de nosotros hemos sufrido problemas de la salud en este
año. Parece que cuando enfrentamos enfermedades que apreciamos mas la salud y
fortaleza.
Tercero, Debemos agradecer a Dios
por proveer nuestras necesidades físicas. Sí, algunos de nosotros podíamos
tener mas cosas o cosas mejores; aun así, tenemos comida, ropa sobre nuestros
cuerpos, un tejado sobre nuestras cabezas, y un carro en el garaje. Estas son
cosas materiales comunes, pero no vienen por casualidad. Sabemos que son
regalos de Dios. Debemos recordarnos que en muchos lugares alrededor del mundo
muy pocos gente se atreven a tomar estas bendiciones comunes por supuesto.Cuarto, también debemos agradecer a Dios por nuestras familias. Para unas personas es doloroso recordar relaciones familiares que fueron rotas por la muerte o el divorcio. Pero aun mientras sentimos el pesar podemos ser agradecidos por esos quien nos sostienen y nos aman todavía. Nuestras familias son preciosas. El Día de Gracias es un tiempo que los maridos deben agradecer a Dios por sus esposas, y que las esposas agradezcan a Dios por sus maridos; y que los padres e hijos agradezcan a Dios por el uno y el otro; y que todos demos gracias a Dios por el compañerismo de nuestros amigos.
Quinto, y más importante, debemos
agradecer a Dios por su gracia y salvación. Dios nos ha bendecido con toda
forma de bendición espiritual. Nos ha tomado, que éramos perdidos en el pecado
y maldad y nos ha renovado para ser como Cristo. Ha quitado de nosotros el
miedo del juicio y del infierno eterno.
Hay tiempos, por supuesto, cuando todos
somos tentados a sentirnos desagradecido. En tales tiempos es bueno contemplar
sobre las cosas buenas que Dios ha hecho por nosotros. Le voy a dar esta
sugerencia: Tome tiempo y escriba en una tarjeta pequeña, que pueda caber en su
cartera, diez cosas grandes que Dios ha hecho por usted. Entonces, cuando es
tentado a sentirse desagradecido, saque esa tarjeta y comienza a pensar en las
misericordias que ha apuntado. Pensando en las provisiones pasadas de Dios, se
alentara, confiando en Su poder para proveer y protegerlo en el presente.
Un hombre que tenía una propiedad
pequeña quería venderla. Mando a llamar un agente de bienes raíces, le pidió
que escribiera un anuncio describiendo su casa y terreno. Cuando el anuncio
estaba listo, el agente se lo llevo al dueño y se lo leyó. “Léame lo otra vez,”
le dijo el dueño.
El agente leyó la descripción de la
propiedad una vez más. “No pienso que lo
voy a vender,” le dijo el dueño. “¡He buscado una propiedad como esa toda me
vida y no sabia que lo poseía!”
Cuenta sus bendiciones, si, pero
comienza por pediéndole a Dios que le
abra los ojos para ver las muchas bendiciones y cosas que Él le ha dado. Eso
cambiara toda su perspectiva entera y le habilitara para alabar y agradecer a
Dios siempre.