Dr MARTIN VASQUEZ

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Mesa, Arizona, United States
EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Monday, May 5, 2025

¿DONDE ESTA SU TESORO?

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6:19-21

“Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” Lucas 12:13-21

Cuando piensa de toda la ansiedad, congoja, tensión y daño físico que viene como un resultado directo de nuestra búsqueda frenética de las posesiones, uno tiene que admitir que parece de hecho como que si el dinero es la cosa más importante en el mundo.

Argumentos sobre el dinero son la causa primaria de tensión matrimonial entre parejas. Los periódicos cuentan de gente quien se mata el uno al otro sobre el dinero y cosas, para decir nada de esos quien literalmente se están matando ellos mismos en su búsqueda frenética de logros y la acumulación.

Es una inclinación natural en la mayoría de nosotros de conseguir cosas, rodearnos con posesiones materiales. ¡Si solo tuviera una casa mejor, un sueldo mejor, un carro mejor, que mejor fuera la vida! ¡Quizás! Pero no hay ninguna garantía. “porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”  

Cuantos de nosotros no hemos dicho en un tiempo u otro, “Si nomás tuviere un millón de dólares, yo compraría esto y eso, o hiciera esto y aquello.” El aspecto duro del dinero y las posesiones materiales es que necesitamos una cierta cantidad de ellos para vivir. Nuestras posesiones enriquecen nuestras vidas en maneras innumerables. Pero, como hemos notado, nuestras posesiones también pueden hacernos miserables. ¿Qué es lo que hace la diferencia? Esa es la pregunta detrás de la escritura de hoy, acerca de las posesiones.

MIRAD, Y GUARDAOS

Si trazaremos la vida humana, notando las preocupaciones predominantes a cada etapa en la peregrinación de la vida, la preocupación sobre posesiones materiales marcaría cada paso a lo largo del camino.  

El adolescente, en un intento desesperado de ser aceptado como uno del grupo, compra zapatos especiales y ropa que son “De moda”. La calidad no es la meta en estas compras. La cosa principal es comprar cosas que aseguraran la popularidad. A una edad temprana, venimos a asociar las posesiones como la manera de ganar amigos y lograr un sentido de bienestar personal.

El colegiante, que a menudo crítica a sus padres por sus preocupaciones con la casa, carro, trabajo y el prestigio, anhela un carro nuevo, el mejor estéreo para su dormitorio. El “se quema las cejas” con esperanzas de lograra mejores grados para que después pueda conseguir un trabajo que paga bien que renda un ingreso suficiente para satisfacer sus expectativas.

La pareja quien descuida sus hijos para realizar cada deseo material posible para ellos. Ellos están llenos de ansiedad sobre el futuro de una vida de acumulación. ¿Es vida esto?

Un hombre viene a Jesús y le pide que resuelva una disputa sobre una herencia. Pero Jesús no se envuelve en la disputa de esta familia sobre el dinero. En cambio, Él usa esta ocasión para advertir a todo mundo, “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”

Mirad que los deseos vanos de hoy no llegan a ser las necesidades de mañana. Mirad que las cosas sin valor en la vida no excluyen las cosas que valen la pena en la vida. Eso es frecuentemente la manera que es con el dinero.

Aquí tenemos a dos hermanos que han llegado a ser alienados el uno del otro sobre una herencia. ¿Ha conocido alguna familia que le ha sucedido esto? Alguien, una vez me dijo, “La mejor cosa que los padres puede hacer para sus hijos es gastar todo su dinero mientras viven y no dejar nada para que la familia no se destruya después en una disputa sobre la herencia.”

¡Qué triste ver una familia dividido sobre posesiones! ¡Que triste es ver una vida corrompida o destruida en búsqueda de la abundancia de algo que, mientras es importante, no puede exclusivamente conducir a una vida abundante!

ASI ES EL QUE HACE PARA SI TESORO:

Aquí esta un hombre quien podemos llamar la personificación del éxito. El ha levantado su negocio de la nada a una aventura prospera. El ocupa un lugar en la directiva de dos corporaciones y sirve como un síndico de una universidad grande. Le pudiéramos llamar un ciudadano ejemplar.

Pero Dios podría llamarle a este excelente, persona prospera un necio, un hombre quien pensaba que tenía tanto, pero en realidad tenía nada. Todos sus logros financieros, sus graneros llenos, sus acciones y bonos, sus cuentas bancarias, ¿de que le sirven ahora que el ángel de la muerte le llama y respira su último?

Este hombre quien en los ojos del mundo aparece tan sabio es en la realidad muy tonto. El, alocadamente pensó que sus riquezas le podían escudar de la muerte. “Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”

Ponemos nuestro dinero en un plan de retiro para asegurarnos contra problemas cuando lleguemos a ser ancianos. Instalamos un sistema de alarma contra ladrones para proteger nuestras posesiones. Construimos casas grandes, graneros más grandes, y cuentas más grandes de ahorros.  Les pasamos cosas a nuestros herederos para que ellos también puedan construir graneros más grandes, cuentas más grandes de ahorros. Pero, cuando la muerte nos llama, ¿qué entonces? “¿y lo que has provisto, de quién será?  

DONDE ESTA SU TESORO

Considerad los lirios, dijo Jesús. Vea su belleza, su exuberancia. Aun, ¿que han hecho para merecer su belleza? Su gloria viene como un regalo de Dios. “No temáis,” dice Jesús.

Pero esto es más fácil decir que hacer. La ansiedad sobre las cosas materiales es una fuente principal de problemas emocionales y físicos de salud. A veces nuestra ansiedad es relacionada con temores sobre proveer por las necesidades básicas de la vida. A menudo esta relacionado con temor sobre obtener cosas que no son en ninguna manera necesarios para nuestra supervivencia.

Recientemente, se tomo una encuesta y se les pregunto a la gente, “¿Esta usted más feliz hoy que era hace diez anos?” ¿Por qué es que la gente no se siente más feliz y más financieramente prósperos? La razón se debe a lo que se llama “El fenómeno nivel de adaptación.” Esto significa que nuestros niveles de expectativa en la vida se adaptan a nuestros niveles de logro.

Simplemente dicho, entre más tenemos, más queremos. Nuestros ingresos pueden haber subido. Pero nuestro ingreso nunca sube tan rápido como nuestras expectativas. Con razón, que mientras intentamos “hacernos tesoros,” estamos condenados a la infelicidad perpetua. Nunca podemos conseguir lo suficiente que queremos. Podemos conseguir lo que necesitamos, pero lo que nosotros queremos es otra cosa.

Si Dios les da a los lirios del campo lo que necesitan, estas plantas frágiles “que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno,” ¿cuánto más a nosotros, suplirá Dios nuestras necesidades? Pero, nuestros deseos, no nuestras necesidades, es nuestro gran problema.

Mientras Jesús talvez no tuvo posesiones propias, Él sabia el poder que las cosas materiales podían tener sobre la gente. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” La chequera de una persona nos puede decir mucho de su corazón como cualquier otra cosa. Jesús no tuvo ilusiones sobre la naturaleza humana. Él supo que nuestros corazones tienden a estar dondequiera que este nuestro dinero.

“No os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.” No permitas que la búsqueda de posesiones materiales se vuelva en una obsesión. No dejes que su vida sea consumida con una pasión para las cosas que no satisfacen finalmente. ¿Por qué hablo Jesús tanto sobre posesiones materiales? Porque reconocía la locura y la desilusión que viene a esos quien confían en las “cosas” más que en Él. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”         

 

  

 

  

           

 

 

WHERE IS YOUR TREASURE?

Lay not up for yourselves treasures upon earth, where moth and rust doth corrupt, and where thieves break through and steal: But lay up for yourselves treasures in heaven, where neither moth nor rust doth corrupt, and where thieves do not break through nor steal: For where your treasure is, there will your heart be also.” (Matt. 6:19-21)

“And one of the company said unto him, Master, speak to my brother, that he divide the inheritance with me. And he said unto him, Man, who made me a judge or a divider over you? And he said unto them, Take heed, and beware of covetousness: for a man’s life does not consist in the abundance of the things which he possess. And he spoke a parable unto them, saying, The fields of a certain rich man brought forth plentifully: And he thought within himself, saying, What shall I do, because I have no room where to bestow my fruits? And he said, This will I do: I will pull down my barns, and build greater; and there will I bestow all my fruits and my goods. And I will say to my soul, Soul, thou hast much goods laid up for many years; take your ease, eat, drink, and be merry. But God said unto him, Thou fool, this night thy soul shall be required of thee: then whose shall those things be, which thou hast provided? So is he that lays up treasure for himself, and is not rich toward God.” (Luke 12:13-21)

When you think of all the anxiety, grief, stress, and physical harm that come as a direct result of our frantic pursuit for possessions, one must agree that it does indeed seem as if money is the most important thing in the world.

Arguments about money are the primary cause of marital stress among couples. The newspapers tell of people who kill one another over money and things, to say nothing of those who are literally killing themselves in their frantic pursuit of achievement and accumulation.

It is a natural inclination in most of us to get things, to surround ourselves with material possessions. If only I had a better house, a better salary, a better car, how much better life would be! Perhaps! But there is no guarantee. Jesus said, “A man’s life does not consist in the abundance of his possessions.”

How many of us have said at one time or another, “If I only had a million dollars, I would buy this and that, or do this and that. The tough aspect of money and material possessions is that we need a certain amount of them in order to live. Our possessions enrich our lives in countless ways. But, as we have noted, our possessions can also make us miserable. What makes the difference? That is the question behind today’s scripture concerning possessions.

TAKE HEED AND BEWARE

If we were to chart human life, noticing the predominant concerns at each stage in life’s pilgrimage, concern about material possessions would mark each step along the way.

The teenager, in a desperate attempt to be accepted as one of the crowd, buys special shoes and clothes which are “in” at the moment. Quality is not the goal in these purchases. The main thing is to buy things that will ensure popularity. At an early age, we come to associate possessions as the way to win friends and to achieve a sense of personal well-being.

The college student, while sometimes putting down his parents’ preoccupation with house, car, job and prestige; longs for the best car, the best stereo in the dorm. He “burns the midnight oil,” in hopes of getting good grades to get a high paying job that will yield a sufficient income to meet his expectations. The couple who neglect their children in order to fulfill every possible material desire for their children. They are filled with anxiety over the future of a lifetime of accumulation. Is this life?

A man comes to Jesus and asks him to settle an inheritance dispute. But Jesus doesn’t get involved in the brothers squabble over the money. Instead, he uses this as an occasion to warn everyone, “Take heed, and beware of all covetousness, for man’s life does not consist in the abundance of his possessions.” Take heed lest today’s vain desires become tomorrow’s necessities. Take heed lest the worthless things in life crowd out the worthwhile things in life. That’s often the way it is with money.

Here we have two brothers who have become alienated from each other over an inheritance. Have you ever known that to happen in a family? Someone once told me, “The best thing a parent can do for their children is to spend all the money while they are alive and leave nothing so that the family will not be destroyed later in a dispute over the inheritance.” How sad to see a family torn apart over possessions! How sad to see a life corrupted or destroyed in pursuit of the abundance of something which, while important, cannot alone lead to an abundant life!

SO IS HE WHO LAYS UP TREASURE:

Here is a man whom we might call the epitome of success “the American way.” He has built his business up from nothing into a thriving, prosperous venture. He sits on the boards of two corporations and serves as a trustee at a major university. We would call him a model citizen.

But God might call this fine, prosperous person a fool, a man who thought he had so much but in reality had nothing. All his financial achievements, his full barns, his stocks and bonds, his bank accounts, what good do they do him as the angel of death calls him and he breathes his last?

This man who in the eyes of the world appears so wise is in reality very foolish. He foolishly thought that his wealth could shield him from death. “So is he who lays up treasure for himself, and is not rich toward God”

We put our money in an IRA to insure against problems when we grow old. We install a burglar alarm system to protect our possessions. We build bigger houses, bigger warehouses, and bigger savings accounts. We pass things along to our heirs so they can build even bigger barns, bigger savings accounts. But, when death calls us, what then? “And the things you have prepared, whose will they be?”

WHERE YOUR TREASURE IS

Consider the lilies, says Jesus. See their beauty, their luxuriance, yet what have they done to earn their beauty? Their glory comes as a gift from God. “Fear not,” Jesus says.

But this is easier said than done. Anxiety over our material things is a major source of emotional and physical health problems. Sometimes our anxiety is related to fears about providing for the basic necessities of life. Often it is related to fears over obtaining things that are in no way necessary for our survival.

Recently, Americans were asked by public opinion researchers, “Are you happier today than you were ten years ago?” Why don’t people feel happier and more financially prosperous? The reason is what is called the “adaptation level phenomenon.” This means that our levels of expectation in life adapt to our levels of achievement.

Simply stated, the more we have, the more we want. Our incomes may have risen. But our income never rises as fast as our expectations. No wonder, that as we attempt to “lay up treasure” for ourselves, we are doomed to perpetual unhappiness. We can never get as much as we want. We may get what we need, but what we want is another matter.

If God gives the lilies of the field what they need, these fragile plants which are “alive in the field today and tomorrow are thrown into the oven” how much more will God supply our needs? But our wants, not our needs, are our big problem.

While Jesus may not have had possessions of his own, He knew the power that material things can exercise over people. “For where your treasure is, there will your heart be also.” A person’s checkbook can tell us as much as anything else about their heart. Jesus had no delusions about human nature. He knew that our hearts tend to be wherever our money is.

Do not be overly concerned about what you are to eat and drink. Do not let the pursuit of material possessions become an obsession. Don’t let your life be consumed by a passion for things that do not ultimately satisfy.  Why did Jesus talk so much about material possessions? Because, He recognized the foolishness and disappointment that come to those who trust in “things” rather then in Him. “Seek first the kingdom of God, and his righteousness and He will take care of the rest.

 

 

Monday, April 21, 2025

EL DIOS DE LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES

 



Lucas 15: 11-24, I Juan 1:9

No todos los días tenemos una segunda oportunidad, la mayoría de las veces estamos contentos de tener la primera. Dios no es solo el Dios de las segundas oportunidades; él es el Dios de las nuevas oportunidades. Esto es una buena noticia, ya que la mayoría de nosotros desperdiciamos las segundas oportunidades.

Una de los aspectos asombrosos del carácter de Dios es su increíble paciencia con nosotros. El Salmo 86:15 lo expresa bien: “Mas tú, Señor, eres un Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y fidelidad”. Miqueas 7:18 dice: “¿Qué Dios como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la transgresión del remanente de su heredad? No retiene para siempre su enojo, porque se deleita en la misericordia”.

La Biblia está llena de personas que recibieron segundas oportunidades, e incluso terceras y cuartas: Pedro, Jonás, Marcos, Sansón, David y otros. Todos ellos trofeos de la gracia de Dios.

Así como Dios es paciente y perdonador, quiere que seamos pacientes y perdonadores con los demás. "Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de entrañable compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia" (Colosenses 3:12).

Él nos da segundas oportunidades, y debemos dar lo mismo a los demás. Jesús da una severa advertencia a quienes se niegan a perdonar, diciendo “que si no perdonamos a los demás, Dios no nos perdonará” (Mateo 6:15, Efesios 4:32, Colosenses 3:13, Proverbios 19:11). Si alguien está verdaderamente arrepentido, entonces estamos obligados a perdonar (Mateo 18:21-22).

Ofrecer perdón no es lo mismo que reconciliarse. A muchas personas les cuesta encontrar el equilibrio entre mostrar misericordia y permitir que una persona dañosa siga haciéndonos daño. Debemos estar dispuestos a perdonar a todo aquel que nos hace daño, así como Jesús nos perdona. Pero, cuando alguien continúa violando los límites de otra persona sin arrepentirse, una persona sabia aprende a establecer límites más firmes. Si un hombre te ha golpeado repetidamente en la cara, puedes ofrecerle perdón; pero mantengas alejado hasta que demuestre con el tiempo que ha cambiado.

Darle a alguien una segunda oportunidad significa darle otra oportunidad para ganarse nuestra confianza. Pero eso no significa que olvidemos al instante lo que la experiencia nos ha enseñado. La confianza se gana con el tiempo, y somos insensatos si la damos prematuramente. Podemos tener un corazón amoroso y perdonador que también practique una sabia custodia de nuestras vidas.

Cuando hemos ofendido a alguien, no tenemos derecho a exigir otra oportunidad. Pero debemos esforzarnos por ganar otra mediante una demostración continua de arrepentimiento y cambio.

Incluso Dios tiene un límite para el perdón. En Romanos 1:18-32, el apóstol Pablo nos advierte lo que sucede cuando continuamos menospreciando la paciencia de Dios y rechazando su llamado al arrepentimiento.

En tres ocasiones, aparece la frase "Dios los entregó". Cuando insistimos en vivir como queremos en lugar de como Dios quiere, Él nos lo permite. Finalmente, cuando nuestro corazón se endurece contra Él, nos deja ir. Nos entrega a una mente reprobada, una que ya no puede buscar a Dios. En ese momento, el pecado se convierte en nuestro dios.

Puede llegar un momento en una relación humana en que ocurra lo mismo: cuando se ofrece el perdón y la restauración es posible, pero una de las partes se niega a arrepentirse y rechaza todos los esfuerzos de reconciliación. Quizás sea el momento de terminar esa relación. Las segundas oportunidades ya no funcionan. Terminar una relación es el último recurso, pero a veces es necesario (Mateo 18:17).

Dios hace todo lo posible para atraernos al arrepentimiento, ofreciéndonos perdón y segundas oportunidades (II Pedro 3:9). Pero si continuamos rechazándolo, la oferta se retira y, al morir, ya no hay más oportunidades (Hebreos 9:27). La gracia de Dios es nuestro modelo. Podemos ofrecer segundas oportunidades a otros hasta que una relación sana ya no sea posible.

THE GOD OF SECOND CHANCES

 



Luke 15: 11-24, I John 1:9

It’s not every day that you get a second chance, most of the time we are glad to get a first one. God is not only the God of second chances; He is the God of another chance. This is good news because most of us mess up the second chance fairly quickly. One of the amazing features of God’s character is His incredible patience with us. Psalm 86:15 says it well: "But you, O Lord, are a God merciful and gracious, slow to anger and abounding in steadfast love and faithfulness." Micah 7:18 says, "Who is a God like you, pardoning iniquity and passing over transgression for the remnant of his inheritance? He does not retain his anger forever, because he delights in steadfast love." The Bible is full of people who received second chances, and even third and fourth chances: Peter, Jonah, Mark, Samson, David, and others.

Just as God is patient and forgiving, He wants His children to be patient with and forgiving of others. "Therefore, as God’s chosen people, holy and dearly loved, clothe yourselves with compassion, kindness, humility, gentleness and patience" (Colossians 3:12). He gives us second chances, and we must give the same to others. Jesus gives a stern warning to those who refuse to forgive, saying that if we will not forgive others, God will not forgive us (Matthew 6:1, Ephesians 4:32, Colossians 3:13, Proverbs 19:11). If someone is truly repentant, then we are obligated to forgive (Matthew 18:21-21).

Offering forgiveness is not the same thing as reconciliation. Many people struggle to find the balance between showing mercy and enabling a harmful person to continue harming. We should be willing to forgive everyone who wrongs us, just as Jesus forgives us. But, when someone continues to unrepentantly violate another person’s boundaries, a wise person learns to set firmer boundaries. If a man has repeatedly punched you in the face, you can offer to forgive him; but you don’t stand within arm’s distance until he has proved over time that he has changed.

Giving someone a second chance means we give him another chance to earn our trust. But that does not mean we instantly forget what experience has taught us. Trust must be earned over time, and we are foolish if we give trust prematurely. We can have a loving and forgiving heart that also practices wise guardianship over our lives.

When we have wronged someone, we have no right to demand another chance. But we should work to earn another chance by continued demonstration of repentance and change.

Even God has a limit on forgiveness. In Romans 1:18-32, the apostle Paul warns us what happens when we continue to spurn God’s patience and reject His call to repentance. Three different times, the phrase "God turned them over" appears. When we insist on running our lives the way we want rather than the way God wants, He lets us. Eventually, when our hearts are hardened against Him, He lets us go. He turns us over to a reprobate mind, one that can no longer seek God. At that point, sin has become our god.

There may come a time in a human relationship when the same thing has occurred, when forgiveness has been offered and restoration made possible, but one party refuses to repent and rejects all efforts to reconcile. It may be time to end that relationship. Second chances are no longer working. Ending a relationship is a last resort, but sometimes it must be done (Matthew 18:17).

God does everything possible to draw us to repentance, offering forgiveness and second chances (II Peter 3:9). But if we continue to reject Him, the offer is withdrawn and, at death, there are no more chances (Hebrews 9:27). God’s grace is our model. We can offer second chances to others until a healthy relationship is no longer possible.

Friday, April 18, 2025

¿POR QUÉ DOBLÓ JESÚS EL SUDARIO?


¿Por qué dobló Jesús el sudario de lino después de su resurrección?

El Evangelio de Juan (20:7) nos dice que el sudario, que se colocó sobre el rostro de Jesús, no fue simplemente tirado a un lado como las vendas. La Biblia dedica un versículo entero a decirnos que el sudario estaba cuidadosamente doblado y colocado aparte de las vendas.

Temprano el domingo por la mañana, cuando aún estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido removida. Corrió y encontró a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel a quien Jesús amaba. Les dijo: “¡Se han llevado el cuerpo del Señor del sepulcro y no sé dónde lo han puesto!”

Pedro y el otro discípulo corrieron al sepulcro para ver. El otro discípulo corrió más rápido que Pedro y llegó primero. Se agachó, miró dentro y vio el sudario allí, pero no entró. Entonces llegó Simón Pedro y entró. También notó las vendas de lino allí, mientras que el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús estaba doblado y a un lado.

¿Era importante? ¡Por supuesto! ¿De verdad es significativo? ¡Sí! Para comprender el significado de la servilleta doblada, hay que comprender un poco la tradición hebrea de aquella época. La servilleta doblada se relacionaba con el Amo y el Siervo, y todo sirviente judío conocía esta tradición.

Cuando el sirviente ponía la mesa para su amo, se aseguraba de que estuviera exactamente como su amo la quería. La mesa estaba perfectamente servida, y entonces el sirviente esperaba, oculto a la vista, hasta que su amo terminara de comer, sin atreverse a tocarla hasta que terminara.

Si el amo terminaba de comer, se levantaba de la mesa, se limpiaba los dedos y la boca y hacía una bola con la servilleta y la tiraba sobre la mesa. El sirviente entonces sabía que debía recoger la mesa. La servilleta arrugada significaba: “He terminado”.

Pero si el amo se levantaba de la mesa, doblaba su servilleta y la ponía junto a su plato, el sirviente no se atrevería a tocar la mesa, porque la servilleta doblada significaba: "¡Vuelvo!"

¡¡ÉL ESTÁ REGRESANDO!!

WHY DID JESUS FOLD THE NAPKIN?


Why did Jesus fold the linen burial cloth after His resurrection?

The Gospel of John (20:7) tells us that the napkin, which was placed over the face of Jesus, was not just thrown aside like the grave clothes. The Bible takes an entire verse to tell us that the napkin was neatly folded, and was placed separate from the grave clothes.

Early Sunday morning, while it was still dark, Mary Magdalene came to the tomb and found that the stone had been rolled away from the entrance.  She ran and found Simon Peter and the other disciple, the one whom Jesus loved. She said, “They have taken the Lord's body out of the tomb, and I don't know where they have put him!”

Peter and the other disciple ran to the tomb to see. The other disciple outran Peter and got there first. He stooped and looked in and saw the linen cloth lying there, but he didn’t go in. Then Simon Peter arrived and went inside. He also noticed the linen wrappings lying there, while the cloth that had covered Jesus' head was folded up and lying to the side.

Was that important? Absolutely! Is it really significant? Yes! In order to understand the significance of the folded napkin, you have to understand a little bit about Hebrew tradition of that day. The folded napkin had to do with the Master and Servant, and every Jewish servant knew this tradition.

When the servant set the table for the master, he made sure that it was exactly the way the master wanted it. The table was furnished perfectly, and then the servant would wait, just out of sight, until the master had finished eating, and the servant would not dare touch that table, until the master was finished.

Now, if the master was done eating, he would rise from the table, wipe his fingers, his mouth, and clean his beard, and would wad up that napkin and toss it onto the table. The servant would then know to clear the table. The wadded napkin meant, “I'm done.”

But if the master got up from the table, and folded his napkin, and laid it beside his plate, the servant would not dare touch the table, because the folded napkin meant, “I'm coming back!”

HE IS COMING BACK!!!

 

 

 

 


Thursday, April 17, 2025

NO ESTA AQUI, HA RESUCITADO

 

Mateo 28:1-6

¡No está aquí, ha resucitado! Estas siete palabras declaran la más importante verdad en toda la Biblia. Preguntaría, “¿Podía cualquier verdad ser más importante que la verdad del nacimiento virginal de Cristo? ¿O, la verdad de la cruz del Calvario? ¿O los milagros que Cristo hizo, como sanar los enfermos, dar la vista a los ciegos, y resucitando los muertos?” ¡Si! ¡Porque, no importa lo que hizo Jesús, o quien era, si la muerte lo podría haber detenido en la tumba, todo lo demás hubiera sido en vano!

La cruz y la resurrección de Jesús son inseparables, van mano a mano, el uno demanda el otro. Si Jesús no hubiera muerto no hubiera por supuesto ninguna resurrección, por lo tanto no hubiera fe, ninguna salvación, ninguna creación nueva; pero se no hubiera conquistado la muerte, el infierno, y la tumba, Su muerte hubiera sido en vano. ¡Por lo tanto esos quien niegan Su resurrección mas vale que nieguen que fue crucificado!

El diablo hizo todo en su poder para impedir que Jesús fuera a la cruz. El sabia que se Jesús llegara al Calvario, Su  muerte en la cruz traería eventualmente la caída de su reino. Satanás reúno todas las fuerzas del infierno, en un intento extremo de destruir a Jesús antes que llegara al la cruz, pero la Biblia nos dice en Colosenses 2:15 que Jesús “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Cuando Jesús oró en el jardín de Getsemaní, Él vio todas las fuerzas del infierno aliados juntos para aplastarlo; pero un ángel fue enviado a Él para fortalecerlo y gano una gran victoria, haciendo del infierno y sus demonios un espectáculo publico.

El diablo trato de matar a Jesús cuando fue azotado por los romanos, pero no lo logro. Trato de matarlo bajo el peso de la cruz y falló. ¡Jesús vino al mundo para morir en la cruz, y ni el diablo y todas las fuerzas del infierno iban a impedírselo! Aun, después que había llegado a la cruz y había muerto allí, ellos pensaron que podían detenerlo en la tumba por poniendo una piedra pesada en frente de la entrada, sellándola con el sello imperial de Roma, y poniendo una guardia romana enfrente de ella. Pero ellos no habían tomado en cuenta el poder de Dios y el hecho que no era posible que la muerte Lo detuviera porque Él era Dios mismo manifestado en la carne como dice San Juan 1:14; “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.”

¡No era posible que la muerte detuviera a Jesús! La muerte es el resultado del pecado, “Porque la paga del pecado es muerte” dice Romanos 6:23, “y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” dice Santiago 1:15, pero Jesús no pecó; no había pecado en Él. Por tanto la muerte no tenía ningún derecho a Jesús. Jesús no murió como muere un mortal; Él no murió una muerte “natural.” Él entrego su vida por su propia voluntad, para volverla a tomar. El dijo en San Juan 10:17-18: “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.” Jesús es vida, y es imposible que la muerte retenga la vida. Él dijo en San Juan 11:25: “Yo soy la resurrección y la vida.” Él tomo un cuerpo para poder morir, dar Su vida, y mediante la muerte hacer posible la vida eterna a todos los que creen en Él, San Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

¡Ningún hombre mato a Jesús! Es cierto que los hombres demandaron Su muerte, los hombres lo arrestaron y lo condenaron, y las manos de hombres lo clavaron en la cruz, pero no os engañéis, amigo, ¡el hombre no le quito la vida! Jesús era Dios manifestado en la carne, y Dios no puede morir ni puede ser matado.

Pilato dio el cuerpo muerto de Jesús a Nicodemo y a José de Arimatea. Ellos bajaron el cuerpo de la cruz y lo pusieron en la tumba nueva de José, ¡pero no era posible que la corrupción destruirá Su cuerpo, y al tercer día después de Su entierro Jesús salio fuera de la tumba en el mismo cuerpo que Nicodemo y José habían puesto en la tumba! Si Él no hubiera resucitado corporalmente no hubiera ganado la victoria total sobre la muerte.

Sin Su resurrección corporal Él hubiera ganado solamente una victoria parcial sobre la muerte. Pero, Él si resucito corporalmente, y la Palabra de Dios declara: Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (I Corintios 15:54-57).

Gracias a Dios que Él no se detuvo antes que ganar victoria total sobre el mundo, la carne, y el diablo, la muerte, el infierno, y la tumba. Tomo un cuerpo que era capaz de morir y en ese cuerpo Él murió y resucito. Su resurrección corporal es la garantía que conquisto todo lo que Él vino a conquistar, y Él ahora retiene las llaves del infernó y de la muerte. “yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:17-18).

Que todos los muertos van a ser resucitados a vida es enseñado en las escrituras, De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (Juan 5:25-29). Dos cosas se enseñan en esta escritura. La primera cosa es que todos los que mueren van a ser resucitados a vida. La segunda cosa es que algunos van a ser resucitados a vida eterna mientras otros van a ser resucitados a vergüenza eterna y condenación.

Todos los que han vivido y han muerto van a resucitar de la muerte al fin de la edad. Ellos se levantaran a la vida eterna o a la muerte eterna. Lo que la persona hace con Cristo va determinar cual de estos dos va ser su fin. los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él. Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:56, 11-15).