“Haced morir, pues, lo
terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos
deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene
sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en
otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas
estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra
boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre
con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo
creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.” (Colosenses 3:5-10)
Cuando fuimos salvos
nuestro “hombre viejo” fue sepultado en el bautismo, y Dios nos resucitó para
andar en vida nueva; “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por
el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4). Esta novedad
de vida es exponencialmente mejor que la vida en nuestros viejos hábitos
pecaminosos. Sin embargo, muchos no experimentan la nueva vida que Jesús compró
para nosotros. Ellos descubren que es fácil volver a caer en sus viejas
costumbres, y su novedad de vida parece estar constreñida por el viejo hombre.
Son salvos, aún se conforman con un “cristianismo mundano,” que lo hace difícil
distinguir sus vidas de aquellos del mundo.
No era la intención de Dios
que viviéramos de esa manera. Viviendo una vida transformada es posible y usted
puede llegar a ser como Cristo. La novedad de vida comienza con la muerte del
viejo hombre, repetidamente y fielmente. Usted no tiene que pelear esta batalla
solo. Dios, en su maravillosa gracia, prometió ayudarle por medio de Su
Espíritu; “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en
vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros… porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de
la carne, viviréis” (Romanos 8:11,13). Él no lo hará para usted, pero Él le
acompañará cuando usted toma un paso de obediencia.
Hay muchas acciones que
usted puede realizar para matar al hombre viejo y revestirse del hombre nuevo.
Pida a Dios la ayuda y la fuerza para hacer las decisiones correctas. Ríndase y
comprométase a Él diariamente, Ármate con la verdad de la Palabra de Dios para
ayudarle a discernir las mentiras del pecado.
Concentre su mente en cosas celestiales; “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:1-4). Cuando somos capaces de forzar nuestras mentes de las cosas carnales y concentrar en Jesucristo, privamos de comida al viejo hombre de los malos pensamientos que necesita para revivir. Los pensamientos divinos guardan al viejo hombre en la tumba.
Estas habilidades tomarán
tiempo para dominar. ¡Usted puede tropezar cuando usted los practica, pero si
usted se levanta y sigue fielmente, usted tendrá la victoria! Recuerde que las
misericordias de Dios son nuevas cada mañana; “Por la misericordia de Jehová no
hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son
cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lamentaciones 3:22-23). La luz del amor
de Cristo comenzará a brillar más brillante a través de usted a aquellos que le
rodean cuando usted da muerte al viejo hombre. Usted comenzará a experimentar
las riquezas de la nueva vida en Jesús.
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