“Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:
¿Quieres ser sano?... Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.” Juan
5:1-8
La escena introducida en esta parte del capítulo es en efecto uno muy
patético. El fondo es el estanque de Betesda (que significa misericordia),
alrededor del cual había una gran multitud de personas enfermas. Es aquí donde
Jesús encuentra un hombre cojo que ha pasado por muchos años de frustración,
miseria y desilusión. Después de treinta y ocho años, el problema de este
hombre se había hecho un estilo de vida. Él no tenía ninguna esperanza de ser
sanado y ningún deseo de ayudarse a sí mismo. El deseo había llegado al punto
de desaparecer en su vida. Él había decidido aceptar su situación y se había
rendido. Él había perdido todo el deseo de continuar. Es muy perjudicial cuando
una persona pierde su deseo. Nada puede ser logrado sin deseo. Por eso Jesús
comenzó aquí cuando se encontró con este hombre. La primera cosa que le
pregunta al hombre cojo es; “¿Quieres ser sano?” No hay ningún sustituto para
el deseo. Esto es la diferencia entre ganar o perder.
Ahora, en primer lugar, la pregunta de Jesús parece una cosa tan rara de
preguntar: ¿Quiere ser sano? ¿Qué tipo de pregunta es esto? Por supuesto, él
quería ser sanado. Él había estado viniendo al estanque de Betesda toda su
vida. ¿Por qué más había estado él allí?
Aún, cuando usted piensa en ello, treinta y ocho años es mucho tiempo para
esperar un milagro, especialmente cuando las condiciones eran tan obviamente
imposibles satisfacer. De la propia admisión del hombre, él no tenía ninguna
esperanza de alcanzar el agua antes de los demás. Usted tiene que preguntarse
por qué él siguió volviendo, día tras día, año tras año. Considerando las
circunstancias, él no tenía ninguna posibilidad razonable de jamás ser sanado.
Así, en este sentido, es una buena pregunta. Realmente desea ser sanado es lo
que Jesús estaba preguntándole al hombre cojo, porque, si en verdad quieres, la
manera en que los está siendo es incorrecto. A menos que algo suceda, esto no
va a pasar. Hay una lección para ser aprendida aquí: cuando se trata de ser sanado
físicamente o por otra parte, la repetición no es necesariamente una virtud.
Betesda era una de las clínicas más atractivas de aquel día. No era
demasiado desagradable estar allí en la sombra mientras otras personas afuera
trabajaban todo el día. Era más fácil estar aquí acostado y no hacer nada. Es
posible que este hombre había llegado a gustarle estar enfermo. Aquí él
disfrutaba de una medida de comodidad.
Usted tiene que rechazar aceptar el fracaso como el final. Se dice que un
profesional es un aficionado que simplemente no se dio por vencido. ¡No sé de
por vencido, levántese, muévase! ¡Usted no puede orar con éxito con los frenos
puestos! Hay algunas ventajas en estar lo suficientemente enfermo para
conseguir simpatía, la atención o su manera. Poco a poco usted puede
acostumbrarse a estar acostado. Puede empezar a pensar de esa manera. Usted
puede pensar pequeño o puede pensar grande.
La condición de este hombre fue ayudada por autocompasión (v.7). La
autocompasión es uno de las favoritas coartadas para quienes se dan por
vencidos. Nadie quiere ayudar mi. Nunca he disfrutado de las ventajas que los
otros tienen. Me ha sentido abandonado toda mi vida. La vida es demasiada
difícil. He intentado tantas veces, etc. La autocompasión es destructiva. Usted
no puede vivir teniéndose lastima y esperar lograr algo; “toma tu lecho y anda”
(v.8). No mire la dificultad, mira la oportunidad. El hombre cojo tuvo que
hacer una elección (v.3).
Cristo le está preguntando hoy, “¿Quiere ser sana?” ¿Quiere experimentar la
vida en toda su abundancia? El punto es, atrévase a hacer las cosas de una
manera diferente. Atrévase cambiar su rutina. Rompa viejos hábitos. Este puede
ser un primer paso importante hacia la experimentación de una vida nueva y más
abundante. Y un segundo paso es aventurarse fuera de su zona de comodidad. A
menudo somos encerrados en la mentalidad que donde estamos y lo que estamos
haciendo es un determinado, mientras, de hecho hay otras opciones y Dios a
menudo nos llama para aventurarnos a nuevas fronteras de vida y fe. Nada en la
vida es más maravilloso y poderoso que la fe, Dios requiere la fe.
¡Usted tiene que tomar su lecho y andar! le preguntaron a un pequeño, por
qué se había caído de la cama. Él contestó, “me quedé muy cercas de donde
subí.” Usted no puede disfrutar de la victoria de Dios y cargar cláusulas de
reserva. Queme los puentes detrás de usted. No haga provisiones para volver.
Por eso Jesús le dijo al hombre después de que él fue sanado que levantara su
cama y que se la llevara con él. Él no la iba a necesitar, porque él no iba a
volver. No esté pensando, “Si este no trabaja, yo siempre puedo volver y hacer
lo que yo hacía antes.
¿Quiere ser sano? Porque si es hace, usted va tener que salir de su zona de
comodidad y tomar un salto de fe y arriesgarse a lo desconocido. Si usted está
determinado retener lo que tiene, usted puede cerrar la puerta a las
posibilidades que Dios tiene para usted. En el análisis final, esto es una
pregunta que sólo usted puede contestar.