“Guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después
que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo:
De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tu Dios; porque toda
cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses…” Deuteronomio
12:30-32
Sabemos por las Escrituras que el viernes no fue el
día de la crucifixión y que la mañana del
Domingo de Pascua no fue el tiempo de la resurrección, como algunos
piensan. Si esto no es el verdadero fundamento para la observación de la
Pascua, ¿De dónde vino la observación de ese día? ¿Qué del pescado en viernes? ¿Los
primeros cristianos pintaban huevos o compraban panes calientes en forma de
cruz? ¿Acaso Pedro y Pablo ordenaron que se celebrara un culto matutino en este
día? ¿De dónde vienen estas costumbres?
Cada viernes
muchos católicos se abstienen de comer carne, sustituyéndola por pescado en
recuerdo de la crucifixión del Señor. Algunos calendarios marcan los viernes
con un pez, los restaurantes casi siempre ofrecen pescado en los viernes. Esto
de comer pescado los viernes es supuestamente para conmemorar la muerte de
Cristo el día viernes. Muchas doctrinas y ritos de la Iglesia Católica Romana,
fueron adoptados del paganismo. Fue este el caso de los viernes y del pescado.
Las Escrituras nunca asociaron los viernes con el pescado. En cambio, hay
evidencias de esta idea básica en las filosofías de los paganos.
La Palabra “viernes” viene del nombre “Freya”, la cual era conocida
como la diosa de la paz, el placer y la fertilidad,
por los antiguos paganos. Como su símbolo de fertilidad, el pez era considerado sagrado por esa
diosa. El pez había sido conocido como el símbolo de la fertilidad desde
tiempos muy antiguos. Así era entre los antiguos Babilonios, los Asirios,
Fenicios, Chinos y otros. La palabra pez
viene de la palabra “Dag”, que
implica aumento o fecundación. La razón por la cual el pez fue usado como
símbolo de la fertilidad es porque tiene un alto índice de reproducción y por
esta razón fue asociado por los Romanos con Freya, la diosa de la fertilidad, cuyo día conmemorativo era el
viernes. De ahí viene la palabra inglesa “friday”,
que significa viernes; de ahí podemos empezar a ver el significado de los
viernes y del pez.
A la diosa de
la fertilidad, los Romanos la llamaban Venus. Del nombre de esta diosa Venus
(Veneris) deriva la palabra moderna viernes. El viernes era considerado como su
día sagrado por que se creía que el planeta Venus reinaba sobre la primera hora
del viernes. Para hacer el significado más completo, el pez era considerado la
ofenda consagrada a ella.
En vista de
estas cosas referentes al hecho de que el viernes sea considerado desde tiempos
antiguos como un día santo del paganismo, que el pez sea su símbolo sagrado y
que la Iglesia Católica Romana ordenara el ayuno de carne y su sustitución por
pescado los viernes, es algo más que una simple coincidencia. Y ello se hace
patente después de haber comprendido que Jesús no murió en viernes, sino en
miércoles, lo que indica que hay otra razón para esto mandamientos de la
Iglesia aparte de la muerte del Señor.
La palabra “Pascua”
viene de la palabra Griega Pascha,
la fiesta ordenada por Dios (Lev. 23:27-44) como recuerdo de la salida de
Israel de Egipto.
El Domingo de
Pascua es celebrado con varias costumbres que provienen de Babilonia, tales
como el pintar huevos de varios colores, éstos se esconden y los niños los
buscan para comerlos. ¿Pero de dónde proviene esta costumbre? ¿Tiene algo que
ver los huevos con Cristo o con Su resurrección?
¡El huevo es un
símbolo sagrado que usaron los babilonios! Creían en una vieja fábula acerca de
un huevo de gran tamaño que se suponía había caído del cielo al Río Eufrates.
De este maravilloso huevo fue engendrada la diosa Astarté. Por eso el símbolo del huevo llegó a ser asociado con
esta diosa (en el inglés se usa Easter).
De
Babilonia la
humanidad se llenó de estas creencias y toda la tierra recibió la influencia de
la idea del huevo místico; por esto hallamos el huevo como un símbolo sagrado
en muchas naciones.
La Enciclopedia Británica dice: “El
huevo, como un símbolo de fertilidad y de renovación de la vida, proviene de
los antiguos egipcios y persas, quines también tenían por costumbre el colorear
huevos y comerlos durante su festival de primavera”. No se puede discutir el
hecho de que el huevo es un símbolo sagrado y parte de las festividades paganas
desde tiempos atrás.
¿Cómo llegó
entonces esta costumbre a ser asociada con la cristiandad? De igual manera como
otros ritos fueron adoptados por la “Iglesia” para acercar el paganismo a la fe
cristiana, buscando alguna similitud entre tales costumbres y algún evento
cristiano. Así, en este caso, se sugirió que al igual que un pollo sale del
huevo, ¡Cristo salió de la tumba! De esta manera los líderes apostatas dijeron
al pueblo que el huevo era un símbolo de la resurrección de Cristo. El papa
Pablo V decretó una oración en conexión con el huevo. “Bendice, oh Señor, te pedimos, a esta tu creación de huevos, que sean sustento a tus
siervos, comiéndolos en recuerdo de nuestro Señor Jesucristo”. Otra
mezcla que pasó a la Babilonia moderna y ha llegado a ser una costumbre de
nuestros días.
Así como el pez
fue asociado con la diosa como señal de fertilidad sexual, también el huevo y
el conejo eran otro símbolo de fertilidad y nueva vida. Cuando lo analizamos es
trágico que simbolismos viciosos como éstos hayan llegado a ser relacionados
con la cristiandad, cuando en realidad estas cosas no tienen conexión alguna
con el verdadero cristianismo.
La opinión
común es que este servicio en honor de Cristo es debido a que Él resucitó en la
mañana del Domingo de Pascua, ¡al salir el sol! Pero ya sabemos por las
Escrituras que la resurrección de Cristo no ocurrió al amanecer, ya que siendo
aún oscuro María Magdalena llegó al sepulcro el primer día de la semana (Juan
20:1).
Había un tipo
de culto pagano al amanecer conectado con la “adoración al sol.” No queremos decir con esto que los hermanos
de hoy que celebran cultos matutinos
están adorando al sol. Pero sí decimos que
tales prácticas en la mañana del Domingo de Pascua son una obvia mezcla
del paganismo con la cristiandad.
En el Antiguo
Testamento, el pueblo de Dios fue llevado en cautiverio a Babilonia debido a su
mezcla de paganismo y culto al sol. Dios les indicó esto por medio del profeta
Ezequiel (Ez.8:16). En este verso vemos que el pueblo que había conocido a
Dios, había permitido que esta mezcla de culto solar entrara y corrompiera su
culto al verdadero Dios. El mismo nombre de Easter (en español Pascua), viene de la diosa de la primavera. De esta palabra sajón
tenemos en español la palabra “Este”,
que es el lugar donde sale el sol.
Dado que el
Señor Jesucristo, resucitó en realidad, y como su resurrección tuvo lugar en
primavera, aunque un poco antes del festival pagano de viejos tiempos, no fue
muy difícil para la Iglesia del siglo IV (para esta época ya se había apartado
de la verdadera Iglesia Apostólica) mezclar el rito pagano de la primavera con
la celebración cristiana de la resurrección del Señor. De este modo ambos lados
eran atraídos a la Iglesia profesante. Hablando de esta unión, la Enciclopedia Británica dice: “El cristianismo incorporó en su celebración
de la gran fiesta cristiana muchos de los ritos y costumbres paganos del
festival de primavera pagano”.
La evidencia
cristiana es clara: la presente costumbre de la Semana Santa no es cristiana.
Sus costumbres son simplemente una mezcla de paganismo con cristiandad. Algunos
creen que podemos tomar estas costumbres y usarlas para dar honor a Cristo.
Después de todo, razonan, ¿no piensan la mayoría de los cristianos en Cristo
durante esta temporada? A pesar de que los paganos adoraban al sol de cara al
Este, ¿no pueden los cultos matutinos ser en honor de la resurrección de
Cristo? ¿No resucitó verdaderamente el Señor el domingo por la mañana? Y a
pesar de que el huevo era usado por los paganos, ¿no podemos continuar con su
uso para simbolizar la gran roca redonda que estaba enfrente de la tumba? En
otras palabras, algunos hermanos creen que podemos tomar todas estas ideas y
creencias paganas y en vez de aplicarlas a dioses falsos, usarlas para dar
gloria a Cristo. A primera vista, parece ser un buen razonamiento, ¡pero esta
idea e añadir costumbres paganas al culto del Dios verdadero, está
absolutamente condenada por la Palabra de Dios! (Deut. 12:30-32). Claramente entonces, Dios no quiere que
añadamos nada a su culto. El no quiere que usemos costumbres y ritos que los
paganos usaron, aunque arguyamos que es en su honor.
Habiendo
adoptado el festival pagano de primavera de Ishtar o Easter en la Iglesia apóstata, fue natural el adoptar también la
antigua costumbre del ayuno que
precede al festival de primavera. Este período de cuarenta días antes de la
Pascua, se conoce como Cuaresma. En tiempos pasados estos cuarenta días eran
observados con llantos, ayuno y maceraciones por Tammuz, a fin de renovar sus
favores, para que saliera del centro de la tierra, terminara el invierno y
causara el principio de la primavera.
Cuarenta días
de abstinencia o Cuaresma era conocido y practicado por los adoradores del
demonio en el Kurdistán, quienes heredaron la costumbre primaveral de sus
maestros, los babilonios. Esta costumbre era conocida también entre los paganos
mexicanos, los cuales acostumbraban tener un “ayuno de cuarenta días en honor
del sol”. Entre los paganos esta
Cuaresma parece haber sido indispensable antes del gran festival anual en
memoria de la muerte y resurrección de Tammuz. La Cuaresma es considerada
igualmente importante en la religión católica romana.
La Cuaresma es
una doctrina cuyas raíces son el paganismo de Babilonia y no tiene ninguna base
bíblica. Cuando el paganismo y el cristianismo fueron mezclados, poco a poco la
Cuaresma pagana fue unida a la Iglesia profesante. Se decía que era para dar
honor a Cristo y no a los dioses paganos. Naturalmente que las gentes que no
comprenden el “misterio” de todo esto, piensan que el Festival de Primavera y
todas sus costumbres son seguramente de origen cristiano y de gran virtud. La
realidad, no obstante, es que la Biblia y la historia antigua enseñan todo lo
contrario.