Dr MARTIN VASQUEZ

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Mesa, Arizona, United States
EDUCATION: Holt High School, Holt Mich., Lansing Community College, Southwestern Theological Seminary, National Apostolic Bible College. MINISTERIAL EXPERIENCE: 51 years of pastoral experience, 11 churches in Arizona, New Mexico and Florida. Missionary work in Costa Rica. Bishop of the Districts of New Mexico and Florida for the Apostolic Assembly. Taught at the Apostolic Bible College of Florida and the Apostolic Bible College of Arizona. Served as President of the Florida Apostolic Bible College. Served as Secretary of Education in Arizona and New Mexico. EDUCACIÓN: Holt High School, Holt Michigan, Lansing Community College, Seminario Teológico Southwestern, Colegio Bíblico Nacional. EXPERIENCIA MINISTERIAL: 51 años de experiencia pastoral, 11 iglesias en los estados de Arizona, Nuevo México y la Florida. Trabajo misionera en Costa Rica. Obispo de la Asamblea Apostólica en los distritos de Nuevo México y La Florida. He enseñado en el Colegio Bíblico Apostólico de la Florida y el Colegio Bíblico Apostólico de Arizona. Presidente del Colegio Bíblico de la Florida. Secretario de Educación en los distritos de Nuevo México y Arizona.

Tuesday, August 13, 2013

EL PRECIO DEL IGLECRECIMIENTO


 
Existen dos cosas indispensables para que haya Iglecrecimiento. Ellos encierran las condiciones necesarias antes de que se espere que cualquier iglesia crezca. Todos los planes, enseñanzas, y  proyectos sobre Iglecrecimiento, serían de poco provecho en la iglesia a no ser que el Pastor, los ministros y la congregación quieran que la iglesia crezca y estén dispuesto a pagar el precio del crecimiento.

No hay ninguna iglesia en crecimiento que no sea dirigida por un Pastor a quien Dios le ha dado una visión para crecer, y de quien dicha visión es contagiosa. Podría parecer que toda congregación  querría que su iglesia automáticamente creciera, pero esto no es así. Hay muchas iglesias que no dan mayor prioridad al evangelismo y a la planificación para el crecimiento de sus iglesias. Algunos Pastores y iglesias temen el crecimiento y sus implicaciones.

Sin embargo, no basta una visión y deseo por el crecimiento por parte del Pastor y los miembros. La iglesia tiene que compartir la carga de traer nuevas personas a Cristo y al compañerismo con la iglesia. A final de cuentas, la Biblia enseña que la iglesia es un cuerpo y Cristo la cabeza. El Pastor es un miembro principal de ese cuerpo pero solamente un miembro. La congregación constituye el resto de la manifestación del cuerpo de Cristo. Si una iglesia ha de estar saludable y en crecimiento, todos, o por lo menos un número considerable, deben de estar de acuerdo en que la iglesia debe crecer.

Para que acontezca el crecimiento, debe existir un deseo mutuo entre el Pastor y la congregación. Pero esto es solamente el principio. El Iglecrecimiento no cuesta tan barato. Lleva un gran precio, y tanto el Pastor como la congregación deben estar dispuesto a pagar el precio. Jesús dijo que el hombre sabio que edifica, hace los cálculos antes de empezar a construir. Se recomienda lo mismo para la iglesia. Antes de proclamar; ¡A crecer!, conviene determinar el precio.

DEBEN ESTAR DESPUESTOS A PROVEER DINERO PARA EL CRECIMIENTO

Considerando que el Iglecrecimiento genera más dinero para las actividades de la iglesia, edificio, extensión misionera y servicio social, tarda tiempo para que esto acontezca. Mientras tanto aquellos que son actualmente miembros de la iglesia, tienen que proveer los fondos para el crecimiento. Generalmente no sale barato.

No todo el crecimiento viene con un precio alto. Las circunstancias varían de una situación a otra, pero casi todo crecimiento lleva algún precio marcado con dólares y centavos. El Pastor puede hacer su parte pero los bolsillos están controlados por los miembros. Si no están dispuestos a sacrificar y a abrir sus carteras, el crecimiento de la iglesia se puede parar en el camino.

DEBEN ESTAR DISPUESTOS A SEGUIR LA VISIÓN

Una amarga frustración para el Pastor es cuando él tiene una visión y recibe un nuevo arriendo en su vida espiritual, determina que Dios quiere que la iglesia se mueva de su estado pasivo, a un estado dinámico de crecimiento y la congregación no tiene la misma visión. Tales decepciones constituyen los valles más bajos para el crecimiento. El Pastor, como Moisés, se encuentra en medio de un pueblo terco y murmurador.

DEBEN ESTAR DISPUESTOS A DAR TIEMPO Y ENERGIA

Muchos miembros en una iglesia inerte y declinante son básicamente gente de dos o tres horas por semana. Llegan al servicio los domingos y eso es todo. Unos quizás asistan a la Escuela Dominical. Añada uno o dos cultos entre semana  por mes y no se puede esperar ya más.

No es así en una iglesia en crecimiento. Mientras hay algunos “consumidores” en cualquier iglesia, un gran porcentaje de los miembros de una iglesia en crecimiento son mucho más activos se preocupan por el crecimiento y la extensión. La obra de la iglesia ya no es una molestia. Los resultados se pueden ver.

Una de las áreas de compromiso acrecentado para los miembros es la agrupación de fuerzas para crecimiento, la cual se recomienda con frecuencia como un plan inicial para el crecimiento. Para poder dirigir a la iglesia hacia un nuevo crecimiento, un grupo de hombres y mujeres pueden estar de acuerdo en dar 4 a 8 horas semanales para la agrupación de fuerzas para crecimiento por un período de un año o dos. Esta energía extra de un grupo dedicado puede crear un sorprendente paso de crecimiento en un periodo de tiempo relativamente corto. Sin ello, el crecimiento vendrá con dificultad, o si no en lo absoluto.

Se ha encontrado que en la mayoría de los negocios que el 20% de la gente hace el 80% del trabajo. Esto es también verdad en la mayoría de las iglesias, 20% de los miembros hacen 80% del trabajo y dan 80% del dinero

DEBEN ESTAR DISPUESTOS A SACRIFICAR LA CONFRATERNIDAD

Para algunas congregaciones, el aumento de gastos de dinero y tiempo son precios muy bajos que pagar en comparación con la confraternidad descontinuada. A final de cuentas, uno de los placeres de la vida Cristiana es la confraternidad con los hermanos. Los buenos amigos en Cristo son un tesoro invalorable que en algunos casos ni aun la familia puede satisfacer. Es por esto que muchos miembros, a no ser que estén impulsados e inspirados para crecer, retroceden precisamente en este punto.

La iglesia es como una familia extendida, sobre todo si no están creciendo. Nadie es extraño. Si falla un domingo alguien llama el lunes para saber que paso. Los servicios son tan cómodos como una reunión familiar. No hay sorpresas. Muchas de las personas aun se sientan en el mismo lugar semana tras semana.

Cuando un reto para crecer se presenta a una iglesia como ésta, tiemblan las rodillas, y dicen: “Si crecemos, seremos invadidos por gente extraña.” Esta es una suposición correcta, y es uno de los precios que hay que pagar por el crecimiento. Si el tener una iglesia tipo familia es de mayor valor que el alcanzar almas perdidas para Cristo, la suerte está echada y la iglesia no crecerá. La crisis de confraternidad choca con una iglesia en crecimiento cuando el número de adoradores empieza a hacerse demasiado grande en el templo. La alternativa, sin embargo, es de cesar de crecer.

Aunque esto parece un precio alto que pagar por el crecimiento, una mayor consideración podría disipar el temor. Se nos dice que las personas, Cristianos o inconversos, forman relaciones intimas y se reúnen solamente con 40 a 60 personas a la vez. A no ser que usted sea una excepción, este es el número de personas que usted tiene en un círculo de confraternidad.

Si las almas se han de encontrar y añadirse a la iglesia, debe pagarse un precio tanto como por el Pastor como por la congregación. El primer precio fue pagado por Jesucristo; Su sufrimiento y muerte en la cruz. El discipulado fiel nunca vendrá barato. Cual sea el precio; el alcanzar y doblar (multiplicar), debe considerarse como la voluntad de Dios y el llamamiento de la iglesia. La recompensa vendrá en las palabras del Maestro: “Bien hecho, Mi siervo bueno y fiel.”

 

 

 

 

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