Josué
14:6-12
Israel entró en la
Tierra Prometida y la conquistó. Josué capítulos 13-14 establece cómo se
dividió la tierra entre las tribus. En Josué 14:6 vemos a Caleb acercándose a
Josué con una petición. Su petición está registrada en el vers.12; “dame esta
montaña” la traducción actual es “dame esta región montañosa” porque Josué no
se refería a una sola montaña sino a la región montañosa alrededor de Hebrón.
Hebrón era una
ciudad grande antes de que Israel llegara allí. El nombre de esta ciudad era
Quiriat-Arba, que significa "la ciudad de Arba". Arba era el
bisabuelo (Josué 15:13; 21:11) de todos los Anaceos, los gigantes. Los hijos de
Arba podrían haber sido "gigantes" en cuerpo, pero en realidad eran
pigmeos. Caleb era el verdadero gigante espiritual; triunfó sobre ellos. Hay un
dicho que dice “¡No es el “tamaño del perro” en la pelea, sino el “tamaño de la
pelea” en el perro!”
¿Qué hacía Caleb
mirando ese cerro? ¿Por qué quería ese lugar? El quería el monte más
alto. Ese era su monte. Hebrón fue donde Abraham levantó su primer altar,
ahí fue donde Abraham ofreció a Isaac y es el lugar donde David fue ungido.
Sabemos que la
montaña física de la que habla Caleb es una analogía de las montañas
espirituales que surgen en nuestras vidas. No nos enfrentamos a montañas
físicas.
Entendemos que una
montaña es un desafío en tu vida. Entendemos que una montaña es cualquier cosa
que sea una tarea exigente en tu vida que requiera un esfuerzo o una dedicación
especial. Todo el mundo tiene montañas.
Todas estas
montañas no son de Satanás. A menudo, cuando tenemos que escalar una montaña
alta, Dios está obrando. Creo que Dios pone montañas en nuestras vidas para el
crecimiento y la madurez. Dios tiene algunas montañas en tu vida para tu
crecimiento y tu madurez. Si Dios está tratando con tu vida
tendrás montañas.
Dios declaró que el
pueblo vagaría por el desierto durante 40 años hasta que todos los habitantes
de la nación de Israel mayores de 20 años murieran. Pero luego hace una
declaración sorprendente en Números 14:24: “Pero mi siervo Caleb, porque tiene
un espíritu diferente y me ha seguido plenamente, lo introduciré en la tierra a
la que fue, y su descendencia la poseerá”. De toda la nación de Israel, sólo
Josué y Caleb se salvaron.
Recuerde, Caleb y
Josué eran veinticinco años mayores que todos los demás. Eran los grandes
ancianos. Josué tenía ahora ochenta y cinco años de edad, y Caleb, más o menos
lo mismo, pero el resto del ejército eran jóvenes en comparación.
NUNCA
ES DEMASIADO TARDE PARA EMPEZAR
¿Cómo te sientes
acerca de envejecer? Muchos de ustedes esperan jubilarse algún día, pero
nosotros no esperamos los desafíos de salud que traerá la vejez. ¿Cómo afectará
el envejecimiento su servicio al Señor? ¿Continuarás sirviendo fielmente a Dios
en cualquier capacidad que puedas, incluso en tu vejez? Caleb había soportado
fielmente los 40 años de vagar por el desierto y los 5 años que tomó conquistar
la Tierra Prometida (Josué 14:10). Lo que lo sostuvo durante esos 45 años fue
su fe en la promesa que Dios le hizo.
Caleb es un gran
ejemplo de un siervo de Dios que continúa sirviendo a Dios con entusiasmo y
fidelidad incluso en su vejez. No tenía intención de descansar en sus laureles
y retirarse de su servicio al Señor. En esta ocasión le dijo a Josué: “Todavía
soy tan fuerte hoy como el día que Moisés me envió; Como eran mis fuerzas
entonces, así son ahora mis fuerzas para la guerra, tanto para salir como para
entrar” (Josué 14:11).
Tengo un gran
aprecio por los hermanos mayores que continúan aferrándose a las promesas de
Dios y sirviendo fielmente a Dios incluso en la vejez, ya sea como
predicadores, maestros, aconsejando a las generaciones más jóvenes o ayudando a
limpiar el edificio de la iglesia. A veces, lo único que pueden hacer es
simplemente asistir a los servicios, pero alientan a otros con su fidelidad y
fe (Hebreos 10:24-25). Otros más están encerrados y físicamente incapaces de
asistir a los servicios, pero continúan sirviendo como “guerreros de oración”
mientras animan a otros en sus oraciones. Tómese el tiempo para animar a
nuestros hermanos mayores como Caleb, que continúan sirviendo fielmente al
Señor.
Nunca diga, mi
carrera llegó a su fin, ya no ese tiempo. Caleb dijo no habrá gigantes que me
puedan detener, no habrá monte que me pueda intimidar. Caleb levantó su bandera
de victoria (14:10-11). Más impresionante que su fuerza física, era su fuerza
espiritual y su espíritu conquistador. Es cierto que da lástima ver a un
anciano que desea hacer algo, pero no puede por su edad y salud, pero más
lástima da mirar aquel que teniendo fuerza y salud, siendo joven, no tiene
entusiasmo para nada.
Caleb no se
presentó ante Josué reclamando su jubilación. No usó su edad como una excusa
para cruzarse de brazos. Tampoco pidió que le entregaran el monte desalojado de
sus enemigos. Él dijo sentirse fuerte, quería ir al frente de su ejército,
quería conquistar aquella tierra, y disfrutar el fruto de su esfuerzo.
La verdad es que el
hombre sólo se ha detenido por sus autolimitaciones que él se impone, y no
tanto por las limitaciones de la vida. Hay muchos que viven hablando siempre
negativamente: de la gente, de las injusticias que les hacen; hablan de
problemas, de imposibilidades. Muchos viven derrotados, fracasados, deprimidos,
y luego se preguntan ¿por qué? Lo que tiene que hacer es, salirse de ese
círculo de autocompasión y cambiar de ambiente.
¿QUÉ CONTRIBUYÓ AL ÉXITO DE CALEB?
Caleb fue uno de
los doce espías que Moisés envió a reconocer la tierra prometida. Mientras que
diez de ellos trajeron noticias que desanimaron al pueblo, Caleb y Josué
trajeron noticias positivas. Todos vieron lo mismo pero la diferencia estaba en
su actitud. Josué y Caleb hablaron de lo buena que era la tierra y como con la
ayuda de Dios, la podrían conquistar. Caleb quería tener la satisfacción de
desalojar a los enemigos que ahí se encontraban.
Caleb nunca perdió
de vista la promesa de Dios. Muchas personas tienen un corazón dividido que
nunca se apropia de las promesas de Dios. Ellos dudan de la realidad de lo que
Dios ha prometido, y luego elevan una oración con poca o ninguna expectación de
que será contestada. A través de la vida de Caleb encontramos que nunca perdió
de vista la promesa de Dios.
Note las vareas
veces que Caleb menciona el nombre de Yahweh (el cumplidor de promesas). El
nombre Yahweh aparece más de 6.800 veces en el Antiguo Testamento. Aparece en
todos los libros excepto en Ester, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares.
Caleb era un hombre
que ha aprendido a confiar en las promesas de Dios y arriesgar todo su futuro
en ellas. Él sabía lo que era tener la ayuda de Dios y confía en que el Señor
continuará haciéndolo. Esta es una fe triunfante y poderosa antes del evento.
Suena a jactancia, pero es fe presumiendo del poder de Dios para cumplir sus
promesas.
La dedicatoria más
maravillosa que pudiera ser escrito acerca de una persona es que: anduvo
fielmente delante del Señor. Las Escrituras afirman una verdad sencilla: “De
acuerdo a tu fe te será concedido.” (Mat. 9.29). Existe una manera definida en
la cual Dios responde a nuestra fe. Mientras más dispuesto estés a creer en Él,
El estará más dispuesto a actuar en tu favor. La Biblia
también nos recuerda que “sin fe es imposible agradar a Dios.” (Heb. 11:6).
Cuenta una historia
de un incidente en la vida del Napoleón. Napoleón había tomado una isla en el
mar Mediterráneo. Después de la captura de la isla, Napoleón y sus generales se
reunieron para una celebración. Mientras estaban reunidos fueron interrumpidos
por un joven oficial.
Napoleón lo miró y
le dijo: “¿Qué quieres?” El joven oficial miró a Napoleón y le dijo, “Dame esta
isla.” Los generales comenzaron a reír. No podían creer que era lo
suficientemente intrépido como para pedirle a Napoleón lo que tanto les había costado
ganar. Ellos pensaron dentro de sí: ¿Quién piensa éste que es? Alguien con la
audacia para hacer tal petición a Napoleón estaba ciertamente arriesgando su
vida. Pero Napoleón miró a uno de sus ayudantes y pidió papel y pluma. Escribió
sobre el papel, lo firmó y lo entregó al joven, dejando a sus generales
asombrados. ¿Cómo pudiste hacerlo? Le preguntaron los generales a Napoleón.
“¿Qué hizo a éste que fuera digno para recibir esta gran isla?” Le di esta
isla, dijo Napoleón, “porque me honró con la magnitud de su pedido.” Nosotros
también debemos honrar a Dios por medio de la magnitud de nuestras peticiones.
La Biblia promete,
“y esta es la confianza que tenemos en El...” 1 Juan 5:14-15. La confianza se
define como: la esperanza firme que se tiene en algo o alguien. Caleb confiaba
en Dios y en que cumpliría su promesa, todos esos años que pasaron no le
hicieron cambiar de opinión, esperaba en Dios sin importar las circunstancias o
el tiempo.
Caleb era una
persona con valor, era alguien con coraje y valentía. El ya tenía 85 años,
habían pasado 45 años desde que Dios le hizo una promesa. Por si fuera poco su
edad, el obstáculo que se interponía entre su promesa y el, eran gigantes (los
hijos de Anac); él sabía que tenía que enfrentarlos, pero eso no le causaba
temor. Los instrumentos normales de guerra son lanzas, espadas y escudos. Pero
esto no serviría de nada contra los gigantes. Caleb necesitaba usar las armas
de Dios…. Fe (Hebreos 11:30; Zacarías 4:6). Hebreos 3:19 nos dice que la razón
por la que los israelitas no pudieron entrar a la Tierra Prometida la primera
vez fue por su falta de fe.
LOS
PASOS QUE TOMAR
Caleb sabía
exactamente lo que quería. Él no llegó a Josué con peticiones vagas. El declaró
específicamente que estaba dispuesto a hacer todo lo que fuera necesario para
conquistar la montaña. Muchas personas oran por generalidades en vez de pedir
específicamente. Si usted tiene una necesidad, identifique claramente su
necesidad, y exprésele a Dios.
Él se enfocó en lo
que Dios le había prometido. A pesar de que había tenido que esperar 45 años,
Caleb nunca perdió la esperanza de lo que se le prometió. Su corazón seguía
latiendo, esperando el día cuando este lugar sería suyo. El sabía que la
promesa sería cumplida porque él sabía quién la había hecho. Si Dios le ha
hecho una promesa a usted, entonces usted tiene toda la razón para creer que
será cumplida, no importa el tiempo. Cuando Dios cumpla Sus promesas, darás un
paso adelante como Caleb y dirás: "Ahora dame mi montaña".
Caleb siguió al
Señor "de todo corazón". ¡Qué testimonio! Tres veces en el capítulo
14 de Josué leemos que Caleb seguía fielmente al Señor (vv. 8,9, 14). La
dedicación de Caleb a Dios fue completa, inquebrantable e interminable. Muchas
veces seguimos al Señor principalmente, o cuando nos conviene. Pero cuando las
cosas se ponen difíciles y debemos apoyarnos en la fe en lugar de la vista, nos
resistimos. El miedo aparece y seguimos nuestros temores en lugar de nuestra
fe. “Es, pues, la fe la certeza (substancia) de lo que se espera, la convicción
(la evidencia) de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1)
No te preocupes por
el gigante, no mires su fuerza ni lo grande de su estatura, no temas a esas
montañas por grandes que sean. Dios nos dice: “No te preocupes por
ese problema ni por su tamaño, preocúpate de seguirme fielmente”. Es necesario
fijar nuestra atención en Cristo y hacer lo siguiente:
1. Actuar
decisivamente. Debes tomar la iniciativa para conseguir lo que quieres.
2. Tener un plan. Nunca
llegarás a tu destino si no sabes a dónde vas.
3. Confiar en el
poder de Dios. Fil. 4:13. Dios está interesado en tu vida.
Un gigante es
cualquier cosa que se interponga entre usted y el plan de Dios para usted. Un
gigante es cualquier cosa que parezca más grande que tú y tu deseo de servir al
Señor.
Los gigantes
detienen el progreso del pueblo de Dios.
1. Primero tenemos “Gigantes en la tierra” (Génesis
6:4).
2. Lo siguiente que
sabes es que tienes un “valle de gigantes” (Jos. 15:8)
3. Ese valle pronto
se convertirá en una “tierra de gigantes” (Deuteronomio 3:13).
¡LOS GIGANTES NO DESAPARECEN; HAY QUE ENFRENTARLOS Y DERROTARLOS!
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