“Oísteis que fue
dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que
mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Mateo
5:27-28
“Entonces los
escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y
poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó
Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Más esto
decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo,
escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle,
se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en
arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el
suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto,
acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos
hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose
Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los
que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” Juan 8:3-11
¿Cómo decidimos que es bueno o que es malo
cuando se trata del sexo? ¿Es la conciencia de confianza cuando se trata de
relaciones humanas involucrando el sexo? ¿Debe ser la opinión pública la norma
final de juicio? La Palabra de Dios nos da guiaza en contestar tales preguntas.
Así como el sexto mandamiento prohíbe destruir
la vida de alguien, el séptimo prohíbe destruir el matrimonio de alguien. El
mandamiento sobre el adulterio comparte con el mandamiento de matar la importancia del valor
de otro individuo. Nuestra lección de hoy enfoca en este mandamiento a luz del
mensaje y ministerio de Jesús.
La oposición al adulterio esta firmemente
arraigado en la Palabra de Dios. En el Antiguo Testamento los adúlteros se
agrupan junto con los asesinos, hombres traicioneros, y esos que oprimen otros.
No es sorprendente que la pena para el adulterio era la muerte.
Dos ideas son especialmente notable en los
dichos de Jesús: Jesús no prohibió mirar a una mujer, como lo hacían unos
maestros en Su día. Ni condeno la atracción natural de un hombre y mujer del
uno al otro. Lo que el condenaba era dejar que esa atracción lo llevara a
fantasías que amenazaba el matrimonio de otro. Jesús rompió con la tendencia
popular de censurar a las mujeres por el problema de seducción. Él llamo a los
hombres que aceptarán responsabilidad por sus deseos sexuales.
Leyes morales operan en el universo así como
leyes de naturaleza. Los diez Mandamientos son leyes morales. Ellos nos dan a
conocer como la vida esta unida. Cuando obedecemos estas leyes, la vida es rica
y satisfecha. Cuando las desobedecemos, la vida se vuelve destructiva y se
desintegra. Son las leyes de Dios. Como las leyes de la naturaleza, las leyes
morales se mantienen firmes. Dios las impone continuamente.
¿Cómo sabemos que los Diez Mandamientos son las
leyes de Dios? Sabemos porque sin ellos la vida personal se degeneraría. La
idolatría, matando, mintiendo, hurtar, adulterio, y tantas otras cosas son
contrario a la manera que la vida esta hecha. Somos hechos para el amor, la
verdad, la honestidad y la pureza.
Cuando Jesús hablo de esos quien transgresaron el
mandamiento, prohibiendo el adulterio, no se detuvo con el solo hecho. En
cambio, Él se dirigió a la persona interna donde el deseo de cometer el hecho
nació. Él dijo, “cualquiera
que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”
Los Rabinos en el
tiempo de Jesús le daban a hombre crédito por sus intenciones buenas y pasaban
por alto sus malas intenciones mientras que el no sedilla a ellos. Jesús no iba
ser tan indulgente con esos quien deseaba hacer lo malo pero se detenían porque
no había la oportunidad o por consecuencias legales o por temor a Dios. Si
verdaderamente deseaban en sus corazones cometer adulterio, era como si ellos
realmente lo habían hecho.
Yo no pienso que
Jesús estaba diciendo que los pensamientos nacidos de nuestro deseo instintivo normal
del sexo son pecado. Solo si uno, aparte del matrimonio, acepta, acaricia, y medita
en ellos llegan a ser malos. Alguien ha dicho que el pensamiento es padre del
hecho. Jesús dijo que el pensamiento intencional es en si mismo el hecho. Esta
creencia es cierto no solamente con respecto al sexo, pero en todas las áreas
de relaciones personales donde se entretienen deseos malos o deliberadamente
invitados.
El relato en el
evangelio de Juan de la mujer tomada en adulterio ilustra como se puede violar
la personalidad humana. Los hombres quienes estaban teniendo relaciones con
ella estaban usando su cuerpo solo para su propio placer. Como ella se sentía
por adentro, lo que ellos estaban haciendo con ella como una persona, sus
perspectivas del futuro como una esposa y madre, todo esto no estaba en el pensamiento de estos
hombres.
Hoy en día
escuchamos con mucha frecuencia la frase “dos adultos consintiendo”. Esta frase
aun ha llegado a ser una parte de alguna legislación donde el sexo es
involucrado. El hecho de que hay un compañero que consiente significaría solo
que la violación no ocurrió. El hecho de compañeros que consienten justificara
el ahecho en los ojos de la ley pero no en la ley más alta del amor dado en
Cristo. El efecto en la persona de esos
involucrado en estos hechos todavía necesita ser considerado. Las personas que
solo “viven junto” que no están casados están invitando la angustia cuando la
relación se deshace, estigma social, sufrimiento para los hijos que nacen de
esta unión y posibles enredos legales. Y entonces, a pesar de cualquier
denegación, hay lo de siempre, el aguijón de la conciencia mientras ideales que
una vez se sostenían son reprimidos
mientras intentan de racionalizarlos.
Recientemente salio
en los periódicos la historia de una bella jovencita que se suicidio porque ya
no podía soportar mas la inseguridad de su situación. Ella había sido abusada
sexualmente desde niña y había experimentado una serie de matrimonios, ninguno
de ello duro mucho tiempo. Personas
la habían usado para alimentar sus
propios deseos lujuriosos y propósitos. Ya no podía tolerar su situación.
Aun en el
matrimonio, se puede violar personalidad. A algunos matrimonios se les ha
referido como adulterio legalizado. Ya no hay ningún interés para la otra
persona. Para ellos, el alivio físico en lugar del amor es todo que la relación
matrimonial envuelve.
Este estudio no es
un mensaje de anti-sexo, pero más bien un mensaje sobre anti-lascivia. En el
principio Dios creo a los seres humanos como hombre y mujer. Su propósito era
que ellos se casaran y se multiplicaren. Dentro de los lazos del matrimonio, el
sexo es ambos bello y sagrado.
Se tenemos un
hambre de sexo dentro de nosotros, es porque Dios nos creo de esa manera. Si tenemos la capacidad de pensar pensamientos
sexuales, es porque Dios nos ha dado esa capacidad. El mismo Dios creador, sin
embargo, ha prescrito una manera justa y abundante en el que estos deseos y
pensamientos se deben expresar.
No hay nada en la
Palabra de Dios que indicaría que los seres humanos solo deben tener relaciones
sexuales para procrear. Comunicación sexual dentro de los lasos del matrimonio
no tan solo trae unidad de cuerpo, alma y espíritu, pero puede atraer al marido
y esposa juntos en una unión de amor que es similar a la relación de Cristo y
la iglesia como dice Efesios 5:31-33.