“¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidaras para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi
alma, Con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi
enemigo sobre mi?” (Salmos 13:1-2)
Dios es real, sienta lo que sienta. Es fácil adorar a
Dios cuando las cosas van de maravillas en nuestras vidas. Cuando El ha
proveído alimento, amigos, familia, salud y situaciones felices. Pero las
circunstancias no son siempre placenteras. ¿Cómo hace para adorar a Dios cuando
eso pasa? ¿Qué hace cuando Dios parece estar a un millón de millas de
distancia? El nivel más profundo de adoración es alabar a Dios a pesar del
dolor, darle gracias durante la prueba, confiar en Él cuando es tentado,
entregarse a Él cuando está sufriendo y amarlo cuando parece distante.
Las amistades a menudo son probadas por la separación y
el silencio; cuando están separadas por la distancia física o porque no se
pueden hablar. En su relación con Dios, no se sentirá siempre
cercano a Él. Cualquier relación envuelve tiempos de intimidad y tiempos de
distanciamiento y en una relación con Dios, no importa qué tan íntima sea, el
péndulo se mueve de un lado a otro. Ahí es cuando la adoración se hace difícil.
Para profundizar su relación, Dios lo prueba con períodos
de aparente separación, tiempos cuando se siente como que si El lo ha
abandonado o se ha olvidado de usted. Se siente como que si Dios está a un
millón de millas. Se refirió a estos días de sequía espiritual, duda y
separación de Dios como "la noche oscura del alma." Otros se
refirieron a ellos como "el invierno del corazón".
David fue probablemente el que tuvo la relación más intima
con Dios sin par. Dios se complació en llamarlo “un varón conforme a mi
corazón.” Sin embargo, David frecuentemente se quejaba de la aparente
ausencia de Dios. Por supuesto, Dios en realidad no había abandonado a David y
El tampoco lo abandonará a usted. Repetidamente El ha prometido: "Nunca
te dejaré ni te abandonaré." Pero Dios no ha prometido: “Siempre
sentirás mi presencia.” De hecho, Dios admite que algunas veces El
esconde su rostro de nosotros. Hay tiempos en que parecerá como que se
desaparece completamente de su vida.
Si despierta una mañana y todos sus sentimientos espirituales
se le han ido, ¿Que va hacer? Ora pero nada pasa. Reprende al diablo pero eso
no cambia nada. Hace sus ejercicios espirituales, le pide a sus amigos que oren
por usted, confiesa todos los pecados que se pueda imaginar y después se va a
pedirle perdón a toda persona que conoce. Se pone a ayunar y aún así, nada.
Comienza a preguntarse cuánto tiempo va a durar esta depresión espiritual.
¿Días, semanas, meses, cuándo se va a acabar? Siente como que si sus oraciones
simplemente rebotan del techo. En total desesperación usted solloza, ¿qué me
pasa?
¡La verdad es que no hay nada malo con usted! Es una
parte normal de la prueba y de la profundización de su relación con Dios. Todo
creyente pasa por esto al menos una vez en su vida. Es doloroso y
desconcertante, pero es absolutamente vital para el desarrollo de su fe. Saber
esto le dio a Job esperanza cuando no podía sentir la presencia de Dios en su
vida. Él dijo, "Voy hacia el este, pero él no está allí. Voy hacia
el oeste, pero no lo puedo encontrar. No lo veo en el norte porque él está
escondido. Me vuelvo al sur pero no lo puedo encontrar. Pero él sabe dónde voy.
Y cuando él me haya probado como oro en el fuego, me pronunciará inocente" (Job
23:8-10).
Cuando Dios parece distante, puede que sienta que El está
enojado con usted o que lo está disciplinando por algún pecado. De hecho, el
pecado sí nos desconecta de la comunión íntima con Dios. Pero muy a menudo este
sentimiento de abandono o de separación de Dios no tiene nada que ver con el
pecado. Es una prueba de fe, una que todos tenemos que enfrentar: ¿Va usted a
continuar amando, confiando, obedeciendo y adorando a Dios, aún cuando no
percibe Su presencia o tiene evidencia visible que está obrando en su vida?
El error más común que la gente cometen hoy en la
adoración es que buscan una experiencia en lugar de buscar a Dios. Buscan un
sentimiento, y si ocurre entonces concluyen que han adorado. ¡Esto es erróneo!
De hecho, Dios a menudo remueve nuestros sentimientos para que no dependamos de
ellos. Buscar un sentimiento, aún si es el de sentir la cercanía de Dios, no es
adoración.
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