“Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12)
“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en
Dios para la destrucción de fortalezas.” (II Corintios 10:4)
¿Puedes ver lo
que Satanás está haciendo? Busca robarnos, matarnos y destruirnos. Él quiere
que estemos tan paralizados por el miedo a Covid-19 que nos escondamos en
nuestros hogares y nos aislemos. Él está tratando de destruir la iglesia y
dividirnos como nación.
La gente parece
pensar que la única forma de obtener justicia es protestar, cambiar cierta ley
o elegir a alguien nuevo para el cargo, pero todas estas son armas de la carne.
Como hijos de Dios, debemos entender que esta no es una guerra que ganaremos
con armas carnales. ¡Es una batalla espiritual! Debemos orar por la unidad del
pueblo de Dios. Debemos orar contra los planes del diablo de destruir la
iglesia, nuestra nación y establecer su Nuevo Orden Mundial. El diablo se
esconde a simple vista, y hasta ahora, sus planes parecen estar funcionando,
pero podemos frustrar los planes del enemigo con nuestras oraciones unificadas.
Son nuestras armas más poderosas. ¡Tus oraciones son más poderosas de lo que
piensas, y el diablo lo sabe!
Oración
imprecatoria es un término teológico. La palabra “imprecatorios” se deriva de
“imprecación”, que es un sinónimo de “maldición”. Es la palabra de la oración
que ataca y busca destruir a su objeto. Es, de hecho, el equivalente cristiano
de poner una maldición sobre algo (nunca sobre alguien). Lo más extremo que
podemos ir en esa dirección como cristianos es orar por la justicia. En algunos
casos, como la muerte de Herodes en Hechos 12, la muerte de una persona o
personas bien puede ser el resultado, pero no debemos buscarlo (Lucas 9:54-56).
Deberíamos orar por el final del mal que estamos atacando, y orar por el
perdón, y salvación, de aquellos que están involucrados en ella.
Hay muchos
ejemplos bíblicos de ello, especialmente en el Libro de los Salmos. La oración
imprecatoria es muy efectiva para parar el mal; y por esta razón es algo que
cada cristiano debería aprender a hacer. Con este tipo de oración podemos
atacar agresivamente blancos del enemigo y destruirlos y simultáneamente traer
a muchas personas a la salvación y también traer el avivamiento.
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