“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con
alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; El
nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de
su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus
atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para
siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.” (Salmos
100)
En el Día de Gracias, el presidente de los Estados
Unidos llamara a todas las personas de este país a orad. Es quizás irónico que
mientras que nuestra Constitución prohíbe el establecimiento de religión hay
tiempos cuando aparece aceptable que el más alto oficial elegido de nuestra
nación dirija a la gente en oración. Esto es especialmente evidente en la
consecuencias del ataque terrorista del 11 de Septiembre, que inspiro muchas
oraciones en lugares públicos dirigidas por muchos oficiales elegidos. Cuando
piensa en ello, El Día de Gracias es único, entre las fiestas de nuestra nación
en poner un acto de oración afronta y centro que todo. A ser seguro, este
mensaje no es comunicado siempre muy claramente.
A veces parece que el Día de Gracias es
nuestro momento de más auto felicitación. Mientras las familias se reúnen
alrededor de sus mesas llenas de tantas cosas buenas para comer, ¿es el
verdadero propósito de esta fiesta para catalogar todos nuestros éxitos, para
enumerar nuestros logros, para disfrutar nuestra fortuna buena que vivimos en
la nación más rica y más poderosa en todo el mundo? ¿O hay algo más profundo
llamándonos dentro de la llamada singular de esta nación a orar?
Hubo una señora que abordo un autobús. Todos
los asientos estaban ocupados. Estaba cansada y llevaba varios paquetes. Un
hombre que estaba sentado vio el dilema de la señora y se levanto y cortésmente
le ofreció su asiento. La señora fue tan asombrada por lo que el hombre hizo
que se desmayó. Después de que revivió, miró al hombre quien le había ofrecido
su asiento y le dijo, “gracias.” Cuando el hombre oyó esto el inmediatamente se
desmayó.
El punto de esta historia cómica es que, hoy
en día no hay mucha gente que toman el tiempo para decir “gracias.” Esto es una
tristeza, porque el agradecimiento es bueno para el alma.
La Biblia enseña que un actitud de
agradecimiento junta el cielo y la tierra; mientras que, un actitud
desagradecido mantiene el cielo y la tierra, lo espiritual y lo material,
separado. Cuando estamos agradecidos, reconocemos que la comida, la vivienda, y
todas las otras necesidades vienen a nosotros por la misericordia de
Dios Omnipotente. El agradecimiento dirige nuestros corazones hacia al cielo.
El agradecimiento es una de las cosas que nos eleva sobre el nivel de las
bestias.
Muchos piensan del Día de Gracias como un
tiempo para celebrar una vacación de la escuela y de comer mucho. O, quizás
piensan que es el comienzo de la temporada festiva de Navidad. ¿Qué es el
significado verdadero detrás del Día de Gracias?
Se supone que el Día de Gracias es uno de
nuestras fiestas nacionales principales. Una buena pregunta es, “¿Estamos
celebrando el Día de Gracias en la manera que Dios quiere que lo celebremos?
¿Hemos perdido el énfasis del Día de Gracias y lo hemos cambiado por una fiesta
de glotonería de comida, bebida y juegos de fútbol? Mucha gente hoy en día se
refieren a esta fiesta como “el día del pavo” en lugar del Día de Gracias.
Muchos han eliminado el objeto del quien le estamos ofreciendo nuestro
agradecimiento. Tenemos que solamente sentirnos agradecidos, se nos dice. ¿Pero
a quien deberíamos dirigir nuestros agradecimientos? Se debe dirigir el objeto
de nuestro agradecimiento a Dios por nuestras muchas bendiciones. No debería
ser simplemente un agradecimiento en general. ¿A quién, y porque somos
agradecidos en el Día de Gracias?
Podemos seguir ésta histórica tradición cristiana,
desde el año 1623. En Noviembre del año 1623, después de levantar la cosecha,
el gobernador de la colonia de peregrinos en Plymouth, Massachussets, declaró:
“Todos ustedes, peregrinos, con sus esposas e hijos, congréguense en la casa
comunal, en la colina… para escuchar al pastor, y dar gracias a Dios todo
poderoso por todas sus bendiciones.”
Este es el origen de nuestra celebración
anual del Día de Gracias. El Congreso de los Estados Unidos ha proclamado Días
Nacionales de Acción de Gracias a Dios en muchas ocasiones a través de los
años. En el primer día de Noviembre de 1777, por orden del Congreso, se firmo
la primera Proclamación de Acción de Gracias Nacional, proclamando el tercer
jueves de Diciembre como el día oficial de dar gracias. El día primero de Enero
de 1795 George Washington, proclamo que el día oficial de Dar Gracias era el
día jueves, el 19 de Febrero, de 1795. Muchos años después, el 3 de
Octubre de 1863, Abraham Lincoln proclamo, por acto del Congreso, un Día
Nacional de Acción de Gracias anual en el último jueves de Noviembre.
Este jueves celebraremos esta
fiesta Nacional, ¿Pero, lo vamos a celebrar en la manera correcta? No debemos
olvidar que el propósito principal de este día es para orar, y de dar gracias y
no solo para comer y compañerismo. Dios no está en contra de que hagamos una
cena grande ni que nos juntemos con nuestros amigos y familia para comer
juntos, pero si nuestra única oración es para pedir que Dios bendiga la comida
que vamos a comer, ¿no estamos olvidando el significado verdadero de este día?
Dios se deleita en bendecidnos como Su hijos. Sin embargo, ¿Nosotros como Sus
hijos, nos deleitamos en bendecidlo con nuestras oraciones y acciones de
gracias? ¿Se enfoca nuestras celebraciones alrededor de la comida y los juegos
de fútbol, que alrededor de la discusión de que cosas deberíamos estar
agradecido? Muchos rinden culto al ídolo de juegos de fútbol en este día de
fiesta en lugar de enfocar en el significado verdadero del Día de Gracias.
Pidámosle a Dios que nos perdone y en verdad celebremos este día con verdadera
acción de gracias y oración.
En este Día de Gracias queremos dar gracias. En este Día de Gracias queremos unir el mundo material al mundo espiritual. En este Día de Gracias queremos dedicar a Dios, lo que se nos ha dado. ¿Cómo podemos hacer esto?:
Primero de todo,
debemos agradecer a Dios por la vida. Él nos ha hecho y nos ha formado. Sólo
por Él vivimos y nos movemos y tenemos nuestra existencia. Sólo en Él tenemos
la habilidad para pensar y disfrutar y responder y maravillar. Sólo en Él
podemos saltar y correr y jugar y aprender. Sólo en Él podemos comer y dormir y
amar. Así que agradecemos a Dios por la vida.
Segundo, debemos
agradecer a Dios por la salud. Muchos de nosotros hemos sufrido problemas de la
salud en este año. Parece que cuando enfrentamos enfermedades que apreciamos mas
la salud y fortaleza.
Tercero, Debemos agradecer a Dios
por proveer nuestras necesidades físicas. Sí, algunos de nosotros podíamos
tener más cosas o cosas mejores; aun así, tenemos comida, ropa sobre nuestros
cuerpos, un tejado sobre nuestras cabezas, y un carro en el garaje. Estas son
cosas materiales comunes, pero no vienen por casualidad. Sabemos que son
regalos de Dios. Debemos recordarnos que en muchos lugares alrededor del mundo
muy pocos gente se atreven a tomar estas bendiciones comunes por supuesto.
Cuarto, también debemos agradecer a Dios por nuestras familias. Para unas personas es doloroso recordar relaciones familiares que fueron rotas por la muerte o el divorcio. Pero aun mientras sentimos el pesar podemos ser agradecidos por esos quien nos sostienen y nos aman todavía. Nuestras familias son preciosas. El Día de Gracias es un tiempo que los maridos deben agradecer a Dios por sus esposas, y que las esposas agradezcan a Dios por sus maridos; y que los padres e hijos agradezcan a Dios por el uno y el otro; y que todos demos gracias a Dios por el compañerismo de nuestros amigos.
Quinto, y más
importante, debemos agradecer a Dios por su gracia y salvación. Dios nos ha
bendecido con toda forma de bendición espiritual. Nos ha tomado, que éramos
perdidos en el pecado y maldad y nos ha renovado para ser como Cristo. Ha
quitado de nosotros el miedo del juicio y del infierno eterno.
Hay tiempos, por
supuesto, cuando todos somos tentados a sentirnos desagradecido. En tales
tiempos es bueno contemplar sobre las cosas buenas que Dios ha hecho por
nosotros. Le voy a dar esta sugerencia: Tome tiempo y escriba en una tarjeta
pequeña, que pueda caber en su cartera, diez cosas grandes que Dios ha hecho
por usted. Entonces, cuando es tentado a sentirse desagradecido, saque esa
tarjeta y comienza a pensar en las misericordias que ha apuntado. Pensando en
las provisiones pasadas de Dios, se alentara, confiando en Su poder para
proveer y protegerlo en el presente.
Un hombre que tenía
una propiedad pequeña quería venderla. Mando a llamar un agente de bienes
raíces, le pidió que escribiera un anuncio describiendo su casa y terreno.
Cuando el anuncio estaba listo, el agente se lo llevo al dueño y se lo leyó.
“Léame lo otra vez,” le dijo el dueño.
El agente leyó la
descripción de la propiedad una vez más. “No pienso que lo voy a
vender,” le dijo el dueño. “¡He buscado una propiedad como esa toda me vida y
no sabía que lo poseía!”
Cuenta sus
bendiciones, si, pero comienza por pidiéndole a Dios que le abra los
ojos para ver las muchas bendiciones y cosas que Él le ha dado. Eso cambiara
toda su perspectiva entera y le habilitara para alabar y agradecer a Dios
siempre.